Cubría la toma de la rectoría de la Universidad Autónoma y logré llegar hasta el sexto piso, donde estaba la oficina del rector. Fui testigo del relajo y del robo de cosas personales y documentos, por parte de los estudiantes. Alguien se dio cuenta de mi presencia y salieron para pedir que no fuera a publicar lo que antes había visto. El error fue haber escuchado esa petición y comenzar a negociar mi silencio a cambio de más información. Me pasaron información primero que a nadie, pero mucho tiempo me sentí mal conmigo misma por no haber publicado esa parte de la historia, el no compartir información con quien debía compartirla, con los lectores. Aunque muy conocida, nunca sobra recordar la norma elemental, a la vez técnica y ética, de mantener distancia respecto de las fuentes y del consiguiente rechazo de acuerdos, pactos o negocios con ellas.
Como está anotado en la consulta, quien paga esa proximidad del periodista con la fuente es siempre el lector porque es quien recibe la información incompleta o sesgada.
Cuando los códigos de ética hablan sobre la indispensable independencia del periodista, la relacionan con su carácter de condición irreemplazable para llegar a la verdad. Y los Manuales de Redacción, en algunos casos, se refieren a esa independencia como una muestra de respeto con los lectores. En efecto, la independencia del periodista respecto de las fuentes no puede ponerse en peligro ni siquiera con el pretexto de obtener una mayor información. Los reporteros con mayor experiencia saben que el ofrecimiento de noticias exclusivas es una forma sutil de soborno a la que el periodista se presta, a veces de buena fe, pensando que así mejora su servicio a los lectores.
Documentación.
La independencia es una actitud del espíritu que adopta diferentes formas pero que mantiene en todos los casos una misma constante: es un ejercicio de la libertad. Para Leonard Ray y Ron Taylor, veteranos periodistas de los Estados Unidos y autores de un libro de textos ( Sala de redacción, ediciones Guernika, México, 1985) "objetivo quiere decir, independiente, impersonal, sin prejuicios... La objetividad es un ideal." Esa equivalencia independiente-objetivo tiene en cuenta un hecho diario de la profesión: la selección de los hechos, su evaluación, su relato, actividades en las que el periodista debe contar con una máxima independencia como una condición para ofrecer una información veraz. Más que una calidad cognoscitiva, la objetividad se describe allí como una actitud personal que
El director del Times de Nueva York, Adolph S. Ochs describía la independencia: "El periodismo es una profesión que no se ve influida por amistades y que no teme a enemigo alguno que no busca favores y no acepta justificaciones. Es una profesión en que la pasión, los prejuicios y el fanatismo son fatales para sus más altas aspiraciones, una profesión cuya práctica no puede estar influida por en espíritu estrecho y partidista, que debe ser justa y equitativa frente a quienes sostienen opiniones contrarias."
E.D. Coblentz.
Arte y sentido del periodismo. Editorial Troquel, Buenos Aires, 1966.