En los meses recientes los medios informativos hemos recibido y difundido sin mayor cuestionamiento una enorme cantidad de sondeos de opinión elaborados por todo tipo de empresas y partidos. Creemos que estiempo de resolver, desde una perspectiva deontológica, qué tratamiento debemos darle a la información proveniente de las encuestas. Lo que tenemos enfrente son disyuntivas como estas:
¿Es válido regatear la información de las encuestas a los lectores?
¿Si no publicamos los sondeos, faltamos a nuestra obligación deinformar?
¿Tienen derecho los periodistas a certificar encuestas? Las encuestas se han convertido en un recurso propagandístico y handejado de ser auxiliares de la investigación periodística.
En parte, por falta de rigor de las empresas encuestadoras que permiteno favorecen interpretaciones absolutas de datos que son relativos, y lamanipulación propagandística de un método investigativo que, de medio,pasa a ser fin.
Pero la falla más notoria está de parte de periodistas y de medios queconvierten las encuestas en noticias y sus cifras en titulares, con loque les dan la apariencia de datos científicos absolutos.
Detrás de un manejo cuidadoso de las encuestas siempre se encuentra elcompromiso del periodista con la verdad, respaldado por una radicalindependencia respecto de compromisos de cualquier clase con candidatoso con partidos políticos.