Consultorio Ético de la Fundación Gabo
20 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

En estos momentos de globalización, de permanente competencia empresarial y de caída de la actividad laboral en el conjunto de las profesiones o tareas en el mercado del trabajo. En estos días que corren con mayores demandas sociales y mayores actos delictivos en las calles de cualquier ciudad latinoamericana, la tarea de ser periodista no es ninguna excepción.¿ Hasta donde un periodista conoce sus limites de informar o de ser parte de una protesta por mejoras saláriales o mejores condiciones de trabajo?

Es difícil formar parte de un monopolio periodístico y al mismo tiempo tener la mente fría como para no sentirse parte de una determinada demanda. Posiblemente el periodista debe saber que es parte de una sociedad, por mas que en algunas oportunidades trate de ser distante a un hecho puntual. Es una reflexión y una pregunta al mismo tiempo. Creo que por ahí también pasa la ética periodística.
Fernando: tradicionalmente se ha denominado cabeza fría, mente fría o mirada fría a esa distancia que el periodista debe tomar para no involucrarse y para defender su objetividad de los ataques de la sujetividad. La reflexión sobre esa actitud tradicional ha permitido que los conceptos evolucionen y se ajusten más a la realidad.

1.- Ya no es cuestión de temperatura, o sea de calor o frialdad frente a los hechos. Han aparecido conceptos como el de lo público y el de lo privado, de modo que el periodista entiende que el interés público prevalece sobre lo privado. Su posición frente a los reclamos salariales en su empresa o en otras empresas, o frente a la delincuencia, está orientada por ese principio de respeto y defensa de lo público. Puede suceder, por ejemplo, que una reclamación salarial en un periódico resulte justificada porque no puede haber una buena información pública si no se le paga lo justo al periodista.

2.- Esa reflexión, además, ha permitido revaluar el papel de la pasión y del sentimiento en la información periodística. Frente al concepto común del periodista frío como un computador, preciso como un computador y distante como una máquina, se ha llegado a apreciar su emoción como otra forma de conocer los hechos y como otro dinamismo de comunicación con las personas. El resultado de esta reflexión es que el periodista pone al servicio de la información todo lo que él es: su entendimiento, sus sentidos y su emoción, cada uno de ellos equilibrando a los otros y todos dándole al trabajo periodístico un sentido profundamente humano.

Documentación.

He encontrado un capítulo inspirador sobre este tema en el libro de Eugene Goodwin profesor en la Universidad de Pennsylvania, traducido en Colombia por Tercer Mundo Editores bajo el título de Por un periodismo Independiente. El capítulo doce, Compasión y Desapasionamiento, trata el problema a partir de interesantes casos concretos, y concluye:

La compasión no se enciende o se apaga con un interruptor, pero si la estimulamos en el momento del hallazgo de la noticia y en el modo de reportarla podríamos mejorar la percepción pública de toda la empresa periodística.

Podría incluso mejorar la percepción del periodismo por los propios periodistas, muchos de los cuales se muestran muy cínicos apenas comienzan.
El folclor del negocio de las noticias es básicamente el de los tipos duros. Cualquier sentimiento de simpatía o ternura se expresan mejor fuera del oficio. Tal vez es la hora de que el trabajo de noticias comience a hacerle honor a la compasión y dejar de rendirle pleitesía al cinismo.

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