Consultorio Ético de la Fundación Gabo
19 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

En el canal de tv en que trabajo la cámara escondida es un recurso diario. Las discusiones sobre su uso terminan cuando los responsables dicen que es la única forma de combatir eficazmente la corrupción porque el funcionario corrupto es hábil para borrar el rastro y el periodista debe ser más hábil para descubrirlo. ¿De veras, es así? En varias oportunidades se ha dado respuesta a esta pregunta con variedad de razones. Ampliamos una de ellas Hay que entender que el compromiso del periodista con la verdad es un asunto esencial; no se trata de una relación transitoria o marginal.

Así como se es médico para defender la salud; o abogado para defender la justicia, se es periodista para buscar y defender la verdad de lo que sucede. Ese objetivo esencial impone un talante, que es la exteriorización de lo que es y anima a una persona. Parte de ese talante es una personalidad contraria al disimulo y el engaño, y que mantiene como regla el juego limpio y a la vista de todos. Todo lo que tenga que ver con la astucia, con el uso de atajos o con cualquiera forma de doblez, choca con el carácter del periodista, quien se precia de la actuación transparente y sin dobleces ni trastiendas.

La razón de esto es clara: el servicio que el buen periodismo le presta a la sociedad es, ciertamente, acercarla a la realidad de las cosas mediante el hallazgo y difusión de la verdad de lo que sucede, pero además hacer que esa verdad sea creída. Una verdad que no se cree puede tener un impacto negativo en la sociedad parecido al de una mentira. Esto explica que el periodista no se limite a buscar la verdad, sino que lo haga de modo tan transparente y diáfano que nadie tenga duda sobre sus métodos e intencionalidades para obtenerla. Las cámaras escondidas, las grabaciones disimuladas, las falsas identidades obtienen verdades de modo astuto, son atajos, pero no las hacen creíbles.

Nadie les cree a los que recurren a las trampas, engaños o mentiras para llegar a la verdad. Y en últimas es el derecho de la sociedad a conocer la verdad, el que resulta pagando los costos.

Documentación.

¿Por qué los periódicos se deben apartar de las prácticas de mentir sobre su identidad y las técnicas encubiertas?

En primer lugar porque en la mayoría de los casos hay otras formas de obtener la información: el engaño es simplemente un atajo. Segundo, porque crea un entorno que tolera la mentira, lo cual es muy peligroso para una empresa periodística. Y tercero porque el vínculo más fuerte de un periódico con su público es la simple verdad. Cualquier desviación de ese vínculo, incluso cuando el público parece comprender las razones, no puede menos que debilitar la confianza que tiene la base misma de la empresa.

En una situación extrema el periódico puede hacer una excepción a la regla en contra del engaño. Un director astuto inicialmente rechazará la solicitud simplemente para obligar el equipo de reporteros a ser tan ingeniosos como puedan con el fin de buscar la historia usando otros métodos. Debido a que el pensamiento en grupo suele ser moralmente ciego será útil invitar a alguien de fuera, que tenga información, para que participe en la conversación, o tomar medidas para asegurarse de que los argumentos en contra de la excepción serán considerados a cabalidad.

Jack Fuller: Valores periodísticos., Sociedad Interamericana de Prensa, 1996, p 43, 44. R.- 1164

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