Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Según un director de periódico “la prensa en general tiene un compromiso y es el de orientar, aparte de informar, educar”. ¿Es válido hablar de periodismo de orientación? ¿Orientar es lo mismo que manipular?
R.- Un periódico, lo mismo que un noticiero, quiéralo o no, orienta. Aunque de distintas maneras.
La sola selección de una noticia, su publicación en determinada página, son actos orientadores. Orienta la minimización o el despliegue de una noticia, la misma extensión, o sea todos los detalles que permitan entender si la noticia es importante o no lo es. Cada uno de estos actos editoriales lleva consigo mensajes, y orienta.
En la noticia hay, pues, un potencial orientador que se activa cuando el periodista decide manejarlo. Que no es lo mismo que manipularlo.
Se maneja algo que se usa con las manos, o cuando se utiliza o mueve algo no con las manos: el manejo del idioma, o de las relaciones con las personas. En cambio, manipular tiene el sentido de intervenir en algo alterándolo con habilidad o malicia para conseguir un objetivo.
De acuerdo con esto, la noticia se puede manejar como breve, o como crónica, o como perfil, que son usos legítimos.
Cuando esa misma noticia se manipula y se la convierte en instrumento de ataque, o de adhesión política o religiosa, se actúa sin legitimidad ética porque se altera su naturaleza y se convierte en un engaño para el lector, tanto más efectivo porque se le da el aspecto inocente de una información desinteresada.
La otra utilización de los hechos es la que se hace en las páginas editoriales; allí el editorialista no solo cuenta los hechos, además advierte, aprueba, rechaza, toma una posición frente a ellos. Allí el periódico asume una función orientadora. Es una de sus funciones y el lector que entra en las páginas editoriales sabe que entra en un campo abierto para eso. Así el editorial se convierte en voz orientadora del periódico; desde esas columnas el periódico adhiere o repele, y lo hace en nombre del bien común a sabiendas de que acertará o se equivocará porque se trata de materias en las que no hay verdades absolutas y en las que toda la sociedad se moviliza para buscar.
Lo que no es legítimo es que deliberada y maliciosamente se invada el campo de las noticias para imponer la versión orientadora de acuerdo con la opinión personal del director o de los accionistas del periódico. Esta clase de “orientación” engaña al público, menosprecia la inteligencia del lector y desnaturaliza, degradando la misión del periodista.
Documentación
La imparcialidad se puede malinterpretar si se considera un objetivo en sí misma. La imparcialidad debería significar que el periodista es fiel a los hechos y a la comprensión que el ciudadano pueda tener de ellos, y no debería significar “¿estoy siendo imparcial con mis fuentes para que ninguna de ellas se sienta agraviada?”, tampoco debería implicar que el periodista se pregunte: “¿y mi artículo parece imparcial?”. Estas son valoraciones subjetivas que pueden apartar al periodista de la necesidad de hacer cuanto sea posible para verificar su trabajo.
Una disciplina de verificación más consciente es el mejor antídoto para que el viejo periodismo de verificación no se deje atropellar por el nuevo periodismo de la aserción y proporcione a los ciudadanos una base para confiar en la actividad periodística.
¿Qué aspecto tendría este periodismo en que la objetividad es un método, más que un propósito final? ¿Qué deberían esperar los ciudadanos de la prensa en cuanto a qué disciplina razonable de búsqueda de la información debe utilizar?
Tras escuchar y estudiar las ideas de periodistas, ciudadanos y otras personas que han reflexionado sobre el periodismo y la información, empezamos a vislumbrar un conjunto básico de conceptos que forman las bases de la disciplina de la verificación. Estos conceptos constituyen los principios intelectuales de una ciencia de la información:
1. Nunca añadas nada que no esté.
2. Nunca engañes al lector.
3. Sé lo más transparente posible sobre tus métodos y motivos.
4. Confía en tus propias investigaciones.
5. Haz profesión de humildad.
6. Bill Kovach y Tom Rosenstiel en Los elementos del periodismo. Ediciones El País, Madrid 2003. Pp.108, 109.

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