Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Es desalentador. El periodista de éxito es el astuto que se cuela en las oficinas de los altos funcionarios, la reportera que coquetea y obtiene la información que a otros se les niega, o el que de brazo con la policía se entera de todo. ¿Para triunfar será necesario dejar a un lado los escrúpulos éticos? R.- El éxito profesional no es el que se obtiene a cualquier costo, ni el que brilla a corto plazo.
Los periodistas que son señalados como grandes en la profesión porque la hicieron respetable e influyente, no son los que sus propios colegas rechazan por sus prácticas tramposas que, ciertamente, dan éxitos instantáneos, pero que no generan respeto, ni credibilidad, ni influencia.
En cada una de las prácticas exitosas mencionadas en la pregunta, son perceptibles el engaño o la falta de competencia, disfrazada de astucia. Estas son actitudes en todo contrarias a la naturaleza del periodista.
Si el periodista ha de merecer la confianza de sus receptores, esta se logra con la transparencia y la honradez de la persona que siempre juega limpio.
Si el periodista ha de influir en la vida de la sociedad, esto le demandará peso moral y la respetabilidad de las personas confiables.
Si el periodista ha de entrar en la memoria de sus colegas y de la sociedad como un profesional ejemplar, su ejercicio profesional ha de ser limpio y a toda prueba.
Estas son calidades que se logran a través de un largo ejercicio y de una práctica consistente de las mejores virtudes de la profesión.
Estas reflexiones le dan la razón a Aristóteles cuando describía la ética como una costumbre de obrar bien; no es solo el cumplimiento esporádico y efímero de unas normas, es una manera de ser, un estilo de vida que se crean en una práctica larga y constante.
El buen periodismo es el resultado de las prácticas de una buena persona sumadas al desempeño de un excelente profesional. Unas y otros posibles por una persistente opción por lo bueno y lo correcto.
No se trata de ser un periodista exitoso por un día o un año, sino de ser excelente como resultado de toda una vida.
Documentación
El nuevo periodismo tiene mucho que ver con la competencia, no en el sentido de rivalidad, sino de la capacidad profesional que, aunque pocas veces se menciona en la profesión, es la fuente más frecuente de violaciones a la norma periodística.
Mentiras, conflicto de intereses, malevolencia, injusticias y falta de respeto por las personas son, cuantitativamente, problemas morales pequeños en comparación con la incompetencia. La incompetencia no solo produce falta de rigor profesional, también genera fallas morales en el periodismo.
La falta de competencia genera, por lo general, que los reporteros no logran dividir satisfactoriamente sus creencias de lo que están informando. En la época más áspera de la guerra en Nicaragua, a finales de los años setenta, los editores de Uno más uno tenían serios problemas con algunos de sus reporteros, pues algunas veces, alguna de sus enviadas escribió que el Frente de Liberación Nacional había tomado la ciudad de León, sin referir cuándo la habían perdido. En otras palabras: la identificación de la reportera con los sandinistas le impidió reconocer que la Guardia Nacional del presidente Somoza les había infligido una derrota, y negó a los lectores del periódico la posibilidad de que se formaran su opinión, pretendiendo, en cambio, inducírsela.
Otra forma clásica de falta de competencia se da en los ejércitos de periodistas que se han convertido en transcriptores de boletines de prensa, incapaces de generar información por fuera de las oficinas de prensa. La total subordinación a la información oficial ha llevado a casos tan increíbles como aberrantes. Por ejemplo, había un reportero de radio asignado a la presidencia de la República, quien en cada gira corría detrás de los funcionarios para pedirles un comentario. En una ocasión se le acercó a un secretario de Estado y le pidió una declaración. ¿Qué quiere que diga? Le respondió el secretario. "Lo que quiera, imploró el periodista, pero dígame algo”.
La ética periodística es un concepto amplio que no solo se refiere a la honestidad material, sino también a la honestidad intelectual. Tiene dos caras, interna y externa, que aparte de requerir una articulación como unidad, deben ser consistentes por sí mismas.
Raymundo Riva Palacio en Más allá de los límites, Universidad Iberoamericana y Fundación Manuel Buendía. Ciudad de México, 1998. p 109, 11.

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