Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Cuál es el objetivo de la entrevista?
R.- La entrevista es una conversación que el periodista promueve para obtener una información precisa e independiente sobre un hecho, una persona o una institución.
Este anunciado da por supuesto que el entrevistado, o la fuente, debe ser idóneo, es decir, que debe poseer un conocimiento preciso sobre el tema de la conversación, y, además, ha de ser independiente, esto es y hasta donde ello es posible, la fuente no ha de estar movida por sus intereses personales o institucionales, sino por la intención de compartir con el periodista y su audiencia, su conocimiento y sus experiencias sobre el tema de la información.
Para alcanzar su objetivo, el periodista con experiencia sabe que hay un primer paso indispensable: crear un clima de confianza que le permita al entrevistado estar cómodo en la entrevista ese clima surge con mayor facilidad cuando en vez de un interrogatorio bajo el esquema pregunta-respuesta, el intercambios e hace en forma de conversación sencilla y en términos de igualdad entre el periodista y el entrevistado. Esto supone que el periodista se ubica al mismo nivel de su entrevistado y que abandona cualquier actitud de juez o de maestro de la persona que ha accedido a colaborar con él.
Además, el objetivo de la entrevista se logra en la medida en que, al prepararla, el periodista ha accedido a una información completa sobre el tema y sobre su entrevistado.
Documentación.
Hay entrevistadores que quieren entender a sus entrevistados, que se esfuerzan en atisbar a sus interiores, en dedicar cuál es la fórmula íntima del interlocutor, el garabato esencial de su comportamiento y su carácter y en esto, en el afán de comprender y de saber, el periodista es como el novelista que, al desarrollar su personaje está explorando los extremos del ser e intentando desentrañar el secreto del mundo.
Esta vertiente literaria es la que a mí más me interesa de las entrevistas tanto a la hora de leerlas como a la de hacerlas. Detesto al periodista enfant terrible, al reportero fastidioso y narciso, cuya única ambición consiste en dejar constancia de que es mucho más listo que el entrevistado cuando en realidad es mucho más tonto, porque no aprende nada.
Esto no quiere decir, naturalmente, que el periodista no puede enfrentarse verbalmente con su oponente. De hecho el entrevistadores eso, tu oponente, tu enemigo durante el lance de la entrevista, la cual es una batalla incruenta, una obra teatral en la que los actores se atienen a las normas tácitas del juego y a los intereses de sus respectivos personajes. Y así, al entrevistado le interesa, por lo general, quedar bien ante el público y para ello se esfuerza en soltar los mensajes que más le convienen y en silenciar los temas espinosos; pero lo que le interesa al periodista suele ser lo contrario, esto es que el entrevistado se calle aquello que está empeñado en decir y diga, justamente, aquello que no quiere decir. O sea, la ambición del periodista consiste en desmontarle al otro el personaje externo para atisbar al ser que hay más abajo
Para alcanzar ese fin hay muchos métodos. En el trayecto verbal y emocional de una entrevista puede haber halago, discusión intelectual, enfrentamiento airado, complicidad, ironía aburrimiento. De hecho a lo largo del encuentro se suelen suceder diversas etapas: la conversación puede construir entendimiento o crear un conflicto, puede desembocar en un chispazo de intimidad fugaz o en una situación anómala e inquietante.
Rosa Montero. Introducción a Las Grandes Entrevistas de la Historia. Aguilar, Madrid 1997. P.10-11.

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