Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Un periodista hizo una entrevista a alguien buscado por la justicia y acusado de asesinato de una joven universitaria. La entrevista salió al aire y creó muchos comentarios. ¿Qué debió hacer la periodista: informar a las autoridades sobre el paradero de esta persona requerida por la justicia, o mantener la reserva de la fuente? R.- El caso que motiva esta consulta permite volver sobre un tema fundamental: ¿a quién sirve el periodista? ¿A su periódico? ¿A la empresa que le paga el sueldo? ¿Al partido político del dueño del periódico? ¿Al gobierno? ¿A los jueces?
Hay que repetirlo: la primera lealtad del periodista son sus lectores y a través de ellos, la sociedad. Ninguna de las instancias mencionadas es, pues, prioridad para el periodista. Por sobre todas ellas está el lector.
En consecuencia, no puede convertirse en auxiliar de la justicia o de la policía. Ese no es su trabajo.
Al informar a sus lectores en ese caso, hace reales dos derechos: el derecho del público a recibir información sobre el sometido a la justicia, a conocer sus motivos, su identidad, sus propuestas.
Junto con ese derecho, hace real también el del procesado o del delincuente, no para que haga apología de su delito, sino para dar la cara ante la sociedad. Esto último es más difícil hacerlo que decirlo porque en la práctica la palabra del delincuente entrevistado nunca será estrictamente objetiva. La misma aparición en los medios públicos tiene una inevitable carga de figuración y apoyo a su causa sea de interés político o personal; además, esa aparición pública entra en contradicción y lesiona la sensibilidad de las víctimas.
Si el periodista tiene todo esto en cuenta cuando tiene delante de sí, como fuente, a un delincuente o a un procesado, utilizará la entrevista para obtener, prioritariamente, la información que la sociedad necesita conocer para su propia defensa. Recordará el periodista que debe servir, no a la curiosidad o el morbo de sus receptores, sino a sus intereses; trabajará para que sirva a toda la sociedad y no solo a los organismos de justicia o de seguridad; y no al delincuente, por supuesto.
Al actuar así el periodista fortalece su credibilidad y la confianza de la sociedad. En cambio, si se convierte en un ingenuo instrumento del delincuente o del procesado, o si se transforma en un policía encubierto, en un soplón o en auxiliar de los jueces, deja de cumplir su tarea y se crea obstáculos para obtener la información que le debe a la ciudadanía, e interfiere en el ejercicio profesional de sus colegas, porque crea para ellos el obstáculo de la desconfianza. En síntesis, ni detective, ni cómplice, sino servidor de la sociedad.
Documentación
Mientras la BBC lleva los valores periodísticos de la objetividad y la neutralidad a su máxima expresión, la corporación periodística española considera prioritaria una función de denuncia de la violencia que bajo el marco conceptual de denuncia de la violencia propone, entre otras cosas, eludir expresiones que enmascaren la realidad, optar por sinónimos menos eufemísticos y tener una consideración especial hacia las víctimas.
Los diversos textos deontológicos de los medios españoles se distancian de la posición equidistante de la BBC e instan a sus profesionales a tomar partido en contra de los grupos armados y de los delincuentes. El Libro de Estilo del grupo privado Vocento manda un claro aviso: “en las informaciones sobre hechos terroristas el periodista no es un mediador neutral, sino que debe considerarse como parte agredida.”
En cuanto a la reproducción de opiniones de fuentes que defienden organizaciones terroristas, la diferencia no puede ser más clara: la cantidad de periodistas a favor (60%) dobla la correspondiente de los ciudadanos: el 29%.
Cifras aparte se detecta preocupación y plena conciencia entre ambos colectivos sobre el precedente negativo que puede implicar no informar con el fin de minimizar la repercusión de estos actos o, al contrario, pasar a ser cómplices de la campaña propagandística de un grupo armado.
CristopherTulloch en El tratamiento informativo del terrorismo. Universidad de Barcelona, Barcelona, 201º, p. 210, 211, 223, 224.

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