Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Está en vilo la credibilidad del periodista que mezcla referencias personales y periodísticas? ¿Especialmente quienes llevan esto al extremo de opinar y luego informar? R.-Así como los Manuales de Estilo desconfían de quienes usan la primera persona en la redacción periodística y la reservan para casos en los que tiene una fuerza testimonial que le da credibilidad a una información importante, la presencia del periodista en el escenario virtual es generalmente rechazada.
Una situación es la que se crea cuando en las redes sociales el periodista comparte sus pensamientos personales en blogs, Twitter o Facebook, y otra cuando informa respaldado por la credibilidad de algún medio periodístico.
En el primer caso es él, como persona, frente al mundo de los cibernautas. Allí sus textos tienen la autoridad que les da el nombre de una persona particular; en el segundo caso es él como profesional de la información con su compromiso periodístico de dar voz, imagen o palabras a los hechos; o como representante de un medio que, profesional y empresarialmente asume el deber de poner a sus receptores en contacto con la realidad que sucede.
Dentro de ese marco lo que le pase al periodista personalmente no solo es irrelevante sino que interfiere con el conocimiento y acceso de los receptores a la realidad.
Tan sensible es la información a estos abusivos protagonismos que el solo uso de los adjetivos, con su consciente o inconsciente carga de opinión, es rechazada en manuales y códigos.
Es de mala práctica, por ejemplo, el relato de las dificultades del reportero para obtener una noticia o una entrevista. Son asuntos que al periodista egocéntrico le importan, pero que al lector, oyente o televidente, le estorban.
La modestia periodística que veda robarse el escenario, es común en los buenos periodistas y un elemento de credibilidad, y hace parte del ambiente en que crece el periodismo de calidad.
Documentación
Al plasmar las emociones de un problema, la persona puede ignorar las emociones de quien causó el problema. Si usted es imparcial nos dará dos tipos de emociones en tales casos, en lugar de una visión distorsionada o indiferente sobre una de las caras del problema.
Tenga en mente que estamos hablando de describir las emociones –y las circunstancias emocionales– de la gente sobre la que escribe, no acerca de sus propias emociones. Usted es un observador, quizás un observador emotivo, pero siempre un observador. No se involucre con los sujetos de la historia, pero dígales a sus lectores lo que usted vio que ellos hicieron.
Generalmente las historias que reclaman un toque de emoción tienen en sí mismas la emoción natural. Entre este tipo de historias están los asesinatos, los desastres naturales, pérdidas, privaciones y excentricidades públicas, y todas aquellas metidas de pata que hacen reír a la gente todos los días. La vida es interesante por naturaleza. La apatía es algo que a veces nos envuelve. Los periódicos no deben ser la fuerza de la apatía.
Ray Teel y Taylor en Sala de Redacción. Gernika, Méjico 1985, pp 170-171.

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