¿Hay argumentos éticos en un artículo que habla sobre el desastre ecológico de la minería?
26 de Julio de 2016

¿Hay argumentos éticos en un artículo que habla sobre el desastre ecológico de la minería?

Preparo un artículo sobre el desastre ecológico que ha desatado la minería. ¿Hay argumentos éticos de por medio?

Respuesta: El periodista que cubre estos temas se enfrenta, de entrada, a un dilema ético fundamental: ¿a quién sirve con su información? ¿A la empresa minera? ¿A la sociedad? Si decide que está al servicio de la minera, le dará a la información el enfoque de la empresa y correrá el riesgo de darle prioridad a los interesas empresariales sobre los intereses de la población que incluye: obreros de la mina vecinos, quienes se surten de las aguas que correrán por la mina, los de las comunidades que tienen derecho a los bosques, al aire limpio. Estos elementos, unidos hacen parte del bien común y todos serán afectados por la actividad minera. Este bien de todos es el que preferirá el periodista que informa para fortalecer y defender los intereses de toda la sociedad; hará ver el impacto positivo de la mina: generación de empleo y posibles beneficios económicos para las poblaciones asentadas en la zona; examinará la justicia o injusticia de los privilegios tributarios concedidos a las compañías y el acierto o desacierto de las políticas económicas del gobierno. Estimulará la participación de todos en el debate necesario para que sus intereses sean respetados. Como se ve la defensa del medio ambiente que acomete el buen periodismo en sus informaciones se funda: a) En las realidades concretas que afectan la vida de los habitantes de la región en donde se adelanta la extracción industrial de minerales. b) En la idea de que el periodismo es un servicio público; o sea, que está al servicio de todos y no de las empresas particulares. c) En la idea de que el hombre no es el amo de la creación, sino su jardinero

Documentación

La sociedad actual no hallará una solución al problema del medio ambiente si no revisa seriamente su estilo de vida y el modelo de desarrollo vigente. La responsabilidad ecológica no puede basarse solamente en un sentimiento de turno, como tampoco en un rechazo hacia el mundo moderno o el deseo vago de un retorno al paraíso perdido. La auténtica mentalidad ecológica conlleva una distinta manera de pensar y de actuar, porque una vida orientada tan solo por el consumo y la ganancia económica no mide sus efectos sobre el medio ambiente. Esto significa revisarla propia escala de valores para definir aquello que da sentido a la propia vida ordenando de manera lúcida y austera las propias necesidades. El consumismo inventa necesidades para poder sobrevivir a costa de los consumidores; solo la convicción de que la dignidad humana reside en la persona es capaz de discernir lo auténtico en la indiscriminada oferta que el mercado propone ciegamente. Los problemas ecológicos han asumido tales dimensiones que hoy se exige la responsabilidad de todos y de cada uno para buscar y encontrar soluciones. En este campo queda en evidencia la necesidad de la solidaridad como actitud fundamental en la vida: una solidaridad con el otro en el espacio y en el tiempo. Solo habrá soluciones perdurables en la medida en que haya opciones de la sociedad entera, porque las individuales no surten efectos duraderos. Tampoco hay que olvidar el valor estético de la creación. El contacto con la naturaleza es profundamente regenerador y reconciliador. La ciudad tiene su particular belleza, pero solo una urbanización capaz de integrar la naturaleza satisface al alma humana porque responde a su particular vocación de creatura reconociendo a su Creador. Tony Mifsud, s,j, en Agenda valórica en Chile. Santillana, Santiago 2002. P 31.

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