Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

En un programa deportivo radial dos locutores discreparon sobre problemas de los clubes deportivos locales. Esto terminó con palabras subidas de tono y con la renuncia, en vivo, de uno de ellos. ¿Existe problema ético en este caso? R.- Hay un fundamento ético que le da sentido y valor a todos los mandatos y normas de la ética: la apertura al Otro.
Esa apertura implica respeto del otro, tolerancia activa, esto es aprecio de las diferencias que representa el otro, cuidado del otro, capacidad de compartir con el otro.
Para el periodista esta apertura al otro es una disposición con la que su ejercicio profesional gana en calidad y consistencia puesto que se trata de una profesión para los demás, que se hace con los demás y sobre la vida de los demás. El periodista cumple con su tarea rodeado de otros.
Sin el otro el periodismo es imposible, y resulta profesionalmente limitado cuando la relación con el otro sufre alguna limitación, sea por razones políticas, religiosas, de nacionalidad, de cultura o personales. Una limitación severa para el periodista es, por tanto, de su parte, cualquiera actitud dogmática, o cualquiera forma de fanatismo o de intolerancia.
Intelectualmente el periodista necesita la disposición para recibir el conocimiento que da el examen sereno de las opiniones y culturas diferentes; y personalmente le será indispensable para su trabajo la disposición para recibir y aceptar al otro, cualquiera sean su cultura, su religión, sus ideas políticas, dada la universalidad de su profesión que lo convierte en el hombre abierto y al servicio de todos.
Documentación
Cada uno de esos desconocidos que encontramos en nuestros periplos por el mundo parece llevar en su interior a dos personas: se trata de una dualidad que, a menudo resulta difícil discernir, cosa de la que no siempre nos damos cuenta.
Una es un ser como todos nosotros, con sus alegrías y sus tristezas, con sus días buenos y malos, alguien que celebra sus éxitos, al que no le gusta pasar hambre ni frío, que percibe el dolor como desgracia y sufrimiento y la suerte como disfrute y realización. El segundo ser, que se solapa y entrelaza con el primero, es portador de unos rasgos raciales determinados, de una cultura, unas creencias y una ideología. Ninguno de estos seres se manifiesta en estado puro, por separado, los dos conviven y se influyen mutuamente.
El problema —y también la dificultad de mi oficio de reportero— radica en que la relación de estos dos seres que habitan en cada uno de nosotros —el individuo con su unicidad y personalidad y el individuo portador de una cultura y una raza— no es inmóvil, rígida, estática, dada de una vez para siempre sino que, todo lo contrario se caracteriza por un dinamismo constante, por transformaciones, transiciones, transustanciaciones y cambios cuya intensidad depende del contexto exterior, de los imponderables del momento, de las expectativas del entorno e incluso de nuestra edad y nuestro estado de ánimo.
Por eso nunca sabemos con quien nos vamos a encontrar, aunque se trate de una persona cuyo nombre y aspecto conocemos desde hace cierto tiempo. ¡Qué decir, pues, de alguien a quien vemos por primera vez en nuestra vida! De ahí que cada encuentro con el Otro sea un enigma, una incógnita, más aún, un misterio.
Sin embargo, antes de que se produzca ese encuentro nosotros los reporteros solemos estar preparados de una manera u otra.
Ryszard Kapuscinski Encuentro con el Otro. Anagrama, 2007, Barcelona. Pp 32,33

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