Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

El Presidente de Ecuador ha dicho que los diarios de papel sólo sirven para madurar aguacates y que es mejor acabarlos porque están acabando con los árboles de la Amazonía. ¿Cómo responder ante estas acusaciones? R.- Si se aplicara el criterio del Sr. Presidente, Ecuador tendría que prescindir de una de sus industrias más significativas, económica y artísticamente, la de la talla de madera para obras de arte, para muebles y para construcción, porque atentaría contra los bosques.
Conscientes de ese riesgo los usufructuarios de ese recurso devuelven a la naturaleza lo que han tomado de ella, con campañas de reforestación. La expresión presidencial tomada en positivo, equivaldría a una invitación para que los periódicos hagan suya una campaña reforestadora en el mundo. Algunos periódicos ya lo están haciendo.
Además ese reclamo induce una reflexión positiva sobre el papel social del periodismo. Fuera de ser útil para madurar aguacates y de proteger los muebles cuando hay pintores en casa, ¿tienen una utilidad social los periódicos? Y si se da por sentado que tienen esa utilidad, ¿ésta es tal que la sociedad no pueda prescindir de los periódicos?
No basta responder que son útiles porque informan, pero ¿esa información es imprescindible? Al llegar a esta pregunta, medios y periodistas están frente a un asunto medular: ¿qué clase de información es la que puede considerarse imprescindible? Es una pregunta útil porque propone el reto de hacer una información imprescindible que es la que convierte a la profesión y al profesional en elementos tan imprescindibles, que dan una razón válida para convertir los árboles en papel. Todos sabemos por tanto que hay un periodismo prescindible por el que no vale la pena sacrificar un árbol, y que hay otro periodismo de tal valor y tan imprescindible que por él vale la pena sacrificar un bosque.
Documentación
Creo que los periodistas son la médula de la democracia. Son individuos frágiles, aunque muchas veces son muy narcisistas y muy pretensiosos, en el plano empírico, pero son actores indispensables de la democracia.
Mi idea es simple, cuanto más globalización de la información haya, cuantos más mensajes haya, mayor será el acceso a la información en el mundo y por lo tanto habrá que valorizar más el rol esencial de los mediadores de la información, que son los periodistas. Los periodistas son los únicos que pueden validar la calidad de la información. Dicho de otro modo, no hay nada más demagógico que pensar que la globalización de la información debería conducir a la reducción de la cantidad de periodistas. Es exactamente lo contrario, lo inverso. Cuantos más canales hay más mensajes hay, y mayor es la necesidad de que haya periodistas para hacer este trabajo esencial. Frágil, discutible, pero muy humanista, que consiste en realizar un arbitraje dentro de una cantidad de información para validar aquella que es importante para el público
Mi introducción es sencilla y resume en tres frases la exposición que voy a hacer. Asistimos a principios del siglo XXI a la victoria de la información pero esta victoria no es necesariamente una victoria para los periodistas. La paradoja sería que los periodistas sean las víctimas de la victoria de la información globalizada. Para los periodistas y para los seres humanos que fabrican la información y la legitiman, esta victoria de la información puede ser una victoria engañosa.
A grandes rasgos, el tema es el siguiente: cuidado con la proletarización del medio profesional y cultural de los periodistas en el mundo. Porque simultáneamente puede haber grandes grupos de comunicación, industrias culturales y mundiales muy poderosas, con una proletarización del medio periodístico. Ello es así a causa de tres presiones: la presión técnica, que consiste siempre en suprimir a los hombres y reemplazarlos por las herramientas; la presión económica, porque un periodista siempre cuesta más caro que una máquina, y la presión política, porque un periodista siempre piensa peor que una computadora.
Entonces, la triple presión –técnica, política y económica–, podría llevar mucha más información de la que podrían tener muchos más individuos con muchos menos periodistas. Sin embargo existe un margen de maniobra. Pienso que la principal legitimidad de los periodistas en el mundo, su principal capital, sigue siendo la confianza del público respecto de ellos. Preciso unas cifras porque muchas veces las olvidamos, que muestran el rol fundamental del periodismo.
Somos 6000 millones de periodistas en la tierra, hay 4000 millones y medio de radios, lo cual la convierte en el principal medio del mundo, hay 3000 millones y medio de puestos de televisión, hay más de medio millón de teléfonos celulares, lo cual es mucho más de lo que se esperaba hace muchos años y menos de 1 millardo de computadoras con lo cual la comunicación a través de los medios clásicos la radio y la televisión y la prensa escrita también todavía es fundamental.
Dominique Wolton en La comunicación de cara a la democracia. Clarín, 2006, Buenos Aires, páginas 15 y 16.

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