Antes de la ola de asesinatos de periodistas en Veracruz en 2011 y 2012, un grupo grande de reporteros y fotógrafos recibía dinero del crimen organizado, inicialmente bajo amenazas y después como “sueldo”. ¿Desde la ética cómo puede verse esta situación? R.- Esos periodistas cambiaron de amo. También se conocen los casos de periodistas pagados por políticos, o por gobernantes, o por empresarios, o por equipos de fútbol, o por abogados litigantes, o por contratistas.
Cuando esas prácticas antiéticas se convierten en costumbre' resultan, entre otros, dos grandes perjudicados:
1. La sociedad, que queda condenada a recibir información manipulada y, por tanto, sin posibilidad de conocer la realidad de lo que sucede. Sea el empresario, el narcotraficante, o el contratista, quienquiera que sea el que compra periodistas o medios, toman el control de la información para silenciar realidades, o cambiarlas, de modo que la sociedad no podrá conocer otra cosa que la realidad impuesta por el que paga. Tal es la explicación para ese engaño masivo de la población cuando un periodista o un medio se dejan comprar.
2. El otro gran perjuicio lo recibe la profesión periodística que, mirada como oficio de mercenarios, pierde toda respetabilidad y credibilidad y, por tanto, deja de influir en la vida de la sociedad.
Lo más grave de esta pérdida de respetabilidad de la profesión periodística es que la sociedad no encontrará a quién creerle. De esa situación se sigue el deterioro de la confianza pública. Si no hay a quién creerle, no habrá en quién confiar, y este es el comienzo del deterioro radical en la vida de una sociedad, con las naturales consecuencias sobre la actividad económica, las relaciones sociales y la vida diaria.
Por eso, no hay exageración alguna cuando se habla del grave peligro que constituye para la sociedad este comportamiento de los periodistas.
Es forzoso preguntarse, entonces, ¿por qué sucede este fenómeno de los periodista comprados?
Pueden identificarse dos respuestas:
1.- Sucede porque la formación del periodista es tan débil e incompleta que permite la convivencia, en la misma conciencia individual, de una idea profesional del periodista y de las prácticas del mercenario.
2.- La explotación laboral del periodista, a su vez, crea el clima propicio para esa degradación del ejercicio profesional. Donde hay salarios indignos queda abierto el espacio para todas las sordideces del oficio.
Documentación
La libertad de expresión y el derecho a la información son condiciones básicas para toda sociedad que se defina como democrática. Toda amenaza a dichos derechos fundamentales daña gravemente a la sociedad y pone en peligro la democracia.
Los profesionales de los medios que trabajan para mantener sus principios tienen el derecho a llevar a cabo sus obligaciones de manera segura y libre, sin riesgo de ser amenazados, acusados o atacados.
En la actualidad los terroristas pretenden socavar e incluso destruir los medios de comunicación con la esperanza de poder ejercer una influencia sobre las noticias y la información, así como continuar sus programas políticos mediante el terror y la intimidación.
Los participantes de la conferencia animan encarecidamente a todos los partidos políticos a denunciar sin reservas toda forma de violencia e intimidación contra la prensa, así como a evitar todo discurso o escrito que incite al odio o a la violencia contra los medios.
Las raíces de esta violencia y los motivos de las matanzas son, en esencia, las mismas y siguen la misma lógica del fanatismo: la consecución de unas finalidades políticas, no mediante el debate y el libre flujo de información e ideas, sino aterrorizando y eliminando a las personas, a las instituciones y a los garantes de la sociedad democrática.
En estos trágicos días marcados por un terrorismo contra la humanidad se hace más urgente que nunca mantenerse firmes y condenar todas y cada uno de las violaciones de los principios democráticos fundamentales que gobiernan al mundo civilizado.
Declaración de Bilbao sobre los medios fundamentales para la democracia. Septiembre de 2001.