La radicalización de la opinión se ha exacerbado a raíz de las informaciones sobre la enfermedad del presidente Chávez y del clima preelectoral, de modo que los medios informan de acuerdo con sus convicciones políticas y no de acuerdo con la realidad. ¿La explicación? Que así buscan el bien del país. ¿Dónde queda la ética periodística: del lado chavista, o con la oposición? La ética queda del lado del bien común, que puede estar con uno u otro de los bandos enfrentados. Es decir, periodistas y medios llegan a ser imprescindibles para todos si, movidos por el afán de servicio al bien común, ofrecen una información útil para todos. Esto significaría que el periodista le da a sus noticias un claro sentido de “esto es lo que está sucediendo, y estos son los argumentos, los datos comprobados o los testimonios que avalan esta versión, sin importar el interés chavista o antichavista, sino el de todos los compatriotas.” Un periodismo así demanda una rigurosa consulta a fuentes de todos los lados y el recurso a expertos comprometidos con el tema y no con los partidos; De otro lado se impone el cultivo de la credibilidad de periodistas y de medios de modo que en una guerra de mentiras y de crispaciones, la del medio de comunicación se destaque por su serenidad y su evidente compromiso con la verdad. No se trata de ser neutral ni objetivo, sino de ser imparcial, es decir no militante de parcialidad alguna, y solo comprometido con el lector, a quien se le deben todos los elementos posibles de la realidad que está sucediendo. Esta ha sido la tarea del periodista siempre.
Se acentúa hoy porque en las crisis la verdad resulta secuestrada por los grupos en pugna. Es cuando el periodista tiene el deber de dar lo mejor de sí para que los receptores de su información mantengan un seguro y confiable contacto con la realidad.
Documentación.
Hoy en día el periodismo no es una profesión, es un puesto de combate. Y la información no es un insumo para comprender lo que vivimos, sino un arma para hacer propaganda. El papel d elos periodistas no es proclamar a quienes no les interesa su visión del desarrollo del mundo.
Es posible pertenecer a la oposición, o tener la posición política que nuestras convicciones nos indiquen respetando los parámetros y principios rectores de este oficio. Montar ollas, colocar titulares apócrifos a conciencia, repetir una información infundada, no conceder la réplica, no pedir disculpas, son faltas muy graves a la ética profesional, tanto como si un siquiatra se sentara a beber cerveza y a comentar en voz alta las confesiones de sus pacientes.
Son errores que le hacen un enorme daño al ejercicio democrático que algunos dicen estar defendiendo en Venezuela. Aquí se han dicho cosas insólitas en nombre de la defensa de la libertad. Ni los presidentes, ni los jueces, ni los gobernadores, ni el clero, ni el estamento militar son intocables. Tampoco lo son los medios. Todos son actores de la sociedad, indispensables porque tienen una responsabilidad pública.
La rectitud en el proceder no es un asunto reservado solo a los cargos de gobierno. Llegará el momento en el cual, empresarios, animadores, locutores, periodistas, jefes de información editores y reporteros se hagan una autocrítica e inicien, por su propio bien un diálogo honesto y civilizado con el resto de la sociedad sobre lo que ha pasado en este país en los últimos años. Marcelino Bisbal, Redescubrir el periodismo en la Venezuela del presente.
Foro: comunicación y libertad. UCAB, 2005. Pp 99, 100.