México vive una emergencia en materia de ataques a periodistas. En este marco, un grupo de periodistas en el Estado de México (centro del país) ha solicitado la creación de un fondo, con dinero gubernamental, para destinarlo a las familias de periodistas asesinados, ¿Es lícito y ético la conformación de un fondo de esta naturaleza? ¿Existe algún antecedente en otra nación donde haya un fondo, fideicomiso, mutualidad, seguro o algo semejante, que sea fondeada o pagada con dinero público y destinado a periodistas?
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Cualquier fondo o apoyo de origen gubernamental es sospechoso para el periodista porque generalmente esas ayudas tienen un alto costo para la independencia. Por eso se ha convertido en regla el rechazo de esa clase de apoyos, tan sensible y exigente es la independencia.
La independencia es una condición necesaria para el cumplimiento de la misión informativa del periodista. Proveer información de calidad solo es posible en condiciones de independencia; sin esta la información se convierte en propaganda.
La consulta en cambio destaca que esa independencia se pone en peligro cuando el periodista está mal pagado porque en esas condiciones el periodista queda al borde del abismo de los sobornos y muy cercano a las relaciones generadoras de dependencias. Es el caso del político que lo invita a ser su relacionista a cambio de una buena suma de dinero, o del partido que lo quiere como jefe de prensa, o de la empresa que lo requiere para que sea su agente en los medios.
Hay que entender, además, que cualquier forma de dependencia de un periodista debilita su credibilidad y su dignidad profesional. La credibilidad y respetabilidad profesional se construyen a golpes de independencia.
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Respuesta de Mónica González
Uno de los hechos de violencia brutal que prueba la emergencia que vive México, es la cantidad de periodistas asesinados en los últimos 19 años en una secuencia sin tregua y en completa impunidad. No hay responsables de sus asesinatos. Desde el año 2000 al menos 144 periodistas han sido asesinados, y este año ya suman 12 los colegas que han muerto por la acción de terceros cuya identidad se desconoce. Los periodistas que siguen investigando lo hacen a sabiendas de que corren serios riesgos, van a tientas, hacen un trabajo heroico. Se requiere con urgencia que se cree un fondo que asista a las familias de esos periodistas asesinados que quedan en la intemperie, y con la ayuda del Estado, por cierto, ya que no es capaz de garantizar que trabajen en condiciones mínimas de seguridad. Pero la primera prioridad es que se escuche el clamor que desde hace años vienen planteando nuestros colegas mexicanos: un compromiso de acción serio y contundente de las autoridades y de la justicia para crear un equipo especial que investigue los asesinatos de periodistas y encuentre a sus responsables. Una señal de que la autoridad no está dispuesta a seguir protegiendo, encubriendo o actuando como cómplice pasivo y/o activo del crimen organizado.