En una conferencia de prensa el vicepresidente de Guatemala, Jafeth Cabrera, fue cuestionado sobre el tema de compra de aviones a Argentina. Sin embargo, el mandatario lejos de responder se puso a cuestionar a los colegas sobre su salario. ¿Cómo debieron responder los periodistas? ¿Qué debieron hacer?
Respuesta de Mónica González
El periodista tiene el deber de preguntar los temas complejos y agudos que aquejan a un mandatario, aun cuando este recurra a artimañas para desviar la atención. Incluso al silencio o a la indiferencia completa: hacer como si uno no existiera. Allí es donde uno esperaría que tratándose de temas que interesan al país, otros colegas insistieran en el mismo tópico. De no ser así, si la mezquindad y el egocentrismo es lo que prima, habrá que ser majadero e insistir al final de la conferencia o buscar otra oportunidad para volver a preguntar. Pero sobre los temas importantes un periodista debe ser perro de presa: nunca soltar.
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Desconozco lo que ocurrió, pero creo que la mejor receta es volver a preguntar sobre los aviones. La tarea de los periodistas con el poder es preguntar, investigar, denunciar. No enredarse en discusiones sobre otros asuntos. Si a un compañero el presidente le responde de esa manera, el siguiente en preguntar debe volver a los aviones y así una y otra vez.
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¿Se pierde la calidad periodística cuando se trabaja para el sector público?
Respuesta de Javier Darío Restrepo
El poderoso -sea presidente, empresario, potentado, militar- puede hacer de la información herramienta publicitaria, arma ofensiva o defensiva y, pocas veces media para el intercambio democrático. De allí nacen las variadas formas de manipulación informativa y las consiguientes formas de censura.
Son modalidades de control a las que el periodista opone un modo de ser profesional de compromiso con la verdad, de independencia y de responsabilidad con toda la sociedad, que no dictan caprichosas formas de comportamiento sino una sólida identidad profesional.
Estas tres calidades del deber ser del periodista le exigen un modo de actuar en situaciones como la que se propone en esta consulta, o ante cualquier intento de censura o de amenaza de algún poderoso. Hay que entender que el periodista no reacciona ante una persona en particular, sino ante el potencial corrupto del poder.
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Los sobornos, las mentiras, las intimidaciones, la prepotencia deben encontrar en el periodista la clara notificación de que ni el periodista ni su medio están del lado del poder sino de la población; que esta no es cuestión de conveniencias sino de convicciones y que, como corresponde a cualquier ciudadano en una democracia, el periodista sirve al bien de todos y no al interés del poderoso.
De ninguna manera se puede plantear como un conflicto entre dos poderes, puesto que el periodismo no es un poder sino un servicio; no es una medición de fuerzas en busca de la más poderosa, porque el periodismo no cree en el poder de la fuerza, ni en la fuerza del poder, sino en su capacidad mediadora entre la avidez arrogante de los poderosos y el reclamo de justicia y honestidad de la población.