¿Cómo evitar el sesgo al informar cuando se cubren conflictos sociales (protestas contra la minería, por ejemplo) sabiendo que las demandas tienen sustento y son justas, pero las formas de protestar, bloqueo de vías y otras formas, son consideradas delitos? Sucede que se suele minimizar el delito y poner en relieve las demandas.
Respuesta de Gumersindo Lafuente
La receta es la de siempre. Informar con rigor de todo lo que suceda. De las condiciones laborales, de las demandas de los trabajadores y también de los incidentes que se produzcan durante las protestas. En conflictos complejos, como las condiciones de trabajo en el sector minero, lo mejor es investigar con tiempo para poder informar en detalle sin estar sometido a la presión de los incidentes.
Respuesta de Mónica González
Haciendo buen periodismo: ateniéndose a los hechos. La denuncia oportuna y documentada del daño que provoca a las personas una empresa minera, por ejemplo, debido a la laxa o nula fiscalización de la autoridad a sus procesos extractivos, o a la aprobación previo pago de coimas de sus estudios de impacto ambiental, no debe impedir que informemos también del desborde de violencia que alcanzan a veces las protestas. Lo urgente a veces no es informar de las demandas, sino del riesgo que enfrenta la población si no se mitiga el daño. Y es allí donde chocamos con un problema: ¿tenemos acceso a datos fidedignos que nos revelen el daño real que causan en la población las empresas que dependan el medio ambiente?
En general, los estudios y análisis hechos por expertos se guardan como secretos. Para no crear pánico público, es la justificación recurrente. Un grave problema, porque es la salud de la población versus la salud de las arcas fiscales por el dinero que entrega esa empresa vía impuestos y plazas de trabajo y la propia salvaguarda de la imagen de esa empresa.
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¿Puede una noticia influir en el renacimiento de un conflicto armado?
Respuesta de Javier Darío Restrepo
La noticia, sea buena o mala es, ante todo, noticia. No es una simple novedad; es una aproximación a la realidad sea social, cultural, política, económica o deportiva, entre otras. En cualquier caso el periodista no está de un lado o de otro cuando se trata de diferencias políticas, religiosas, económicas o deportivas; siempre está del lado de ese receptor que necesita entender y acercarse al hecho real.
Mantenerse en esa equidistancia le da a la información su carácter universal, porque unos y otros encontrarán en ella elementos suficientes para emitir su juicio y tomar sus propias decisiones. Una información así le da al periodista y al medio una influencia universal.
Lorenzo Gomis al explicar esto se vale de una esclarecedora imagen: la de los centinelas de las ciudades antiguas que “lo mismo avisaban peligros, que socorros, la presencia del enemigo o la llegada de alimentos. Era una noticia comunicada de modo escueto y directo, sin comentarios y en tono pura y neutralmente informativo”. (Gomis, teoría del periodismo, p 77).
Al fortalecimiento de la credibilidad que se logra con noticias así, hay que agregar otro efecto: intensifica la influencia del medio y el periodista, o sea que asegura su presencia en el momento en que se toman decisiones. Cuando el periodista se abstiene de sustituir al receptor, cuando evalúa una situación o personaje y solo da la información suficiente para que el receptor, por su cuenta y riesgo juzgue y califique, da una muestra de respeto a lectores, oyentes o televidentes. Aún si muchos de ellos trataran de moldear la noticia de acuerdo con sus intereses.
Es lo que permitiría una actitud apropiada en el caso de esta consulta: informar con datos suficientes para que las partes en conflicto puedan decidir lo correcto.
Esta actitud, muy distante de la de periodistas promotores de causas a la derecha, a la izquierda, de cualquier dirección, conserva su credibilidad e influencia y un buen servicio a la audiencia.