Acabo de leer una entrevista al exdictador, asesino y secuestrador de niños, condenado por la justicia argentina. El periodista se hace cómplice del entrevistado. ¿Qué se puede hacer ante un caso de este tipo? ¿Se debe hacer algo?
Respuesta:
El periodista que entrevista un criminal no es, por ese hecho, un cómplice, ni un antagonista o juez del entrevistado; cumple en cambio su deber de ofrecer información al público y de respetar el derecho de toda persona a expresar su pensamiento; salvo que un juez haya sentenciado a la persona entrevistada a la incomunicación, por alguna razón de procedimiento penal.
Existe el prejuicio común de que las personas condenadas por la justicia, pierden el derecho a comunicarse. Es un prejuicio que tendría algún fundamento en el caso del delincuente que aprovecha la comunicación pública para hacer apología de sus delitos o para amenazar, o para agraviar. Pero estos son abusos que hacen posibles la inexperiencia, ingenuidad o incapacidad profesional del periodista.
Cuando en ejercicio de su actividad profesional responsable el periodista hace estas entrevistas, la sociedad puede conocer los motivos del criminal, sus aspiraciones, sus peticiones de perdón, si es el caso, o sus reacciones como ser humano frente al crimen cometido.
Los abusos en las entrevistas por periodistas motivados o por el afán sensacionalista, por irresponsabilidad o por inexperiencia, deben dar lugar a la protesta presentada ante los responsables de los medios, puesto que se trata de la violación de los derechos de la población a una información responsable. El caso que pone en evidencia los males que puede provocar una entrevista de estas, es el del periodista ingenuo y el terrorista cuando este se vale del medio de comunicación para cumplir sus objetivos.
Documentación
Los terroristas conocen bien las ambiciones competitivas de las agencias de prensa así como las demandas emotivas por parte del público. Grant Warlaw cita un párrafo de J. Browyer sobre la cuestión: “No hay forma alguna de que los medios de comunicación puedan ignorar acontecimientos que han sido específicamente ideados para satisfacer sus necesidades. Los terroristas de la televisión no pueden prescindir del medio mucho más de lo que éste es capaz de resistirse al fenómeno del terror. Los dos mantienen una relación simbiótica de tal naturaleza que cualquier restricción impuesta a uno de ellos estrecha los límites el otro. Ser libre para un medio significa estar dispuesto a ser capturado por acontecimientos espectaculares. Y los medios han sido capturados, han demostrado estar totalmente indefensos, ser absolutamente vulnerables. De todos los fundamentos de una sociedad democrática libre, el más importante, la libertad de conocer, de estar informado, ha hecho posible que los fanáticos puedan moldear ese conocimiento y esa información a través de los ojos de los medios de comunicación”.
Los atentados terroristas constituyen una noticia importante que no pueden pasar por alto los informadores y al tiempo los medios de comunicación social son un instrumento tan esencial para los terroristas como las bombas y las metralletas. Se ha dicho con toda razón que muchos terroristas son verdaderos expertos en medios de comunicación para presentar los acontecimientos terroristas de la forma más ventajosa para ellos e influir en la gente.
Niceto Blázquez, Ética y Medios de Comunicación, Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1994. Página 337.