Como sabemos, la tecnología permite difundir información al instante desde cualquier parte del mundo, es así como se da paso a la inmediatez de la información. En ese escenario, ¿Qué debemos hacer: subir a una red social la noticia incompleta pero al instante? o ¿Presentarla completa pero más tarde?
Respuesta de Mónica González
La inmediatez es adictiva, provoca vértigo, adrenalina, da la sensación de estar al tanto de todo lo que ocurre y, por ende, poder tener el control al menos a través de los medios de los acontecimientos. Nada más falso. Esa sensación es la que experimenta cualquier otro adicto a las drogas. Para evitar ser un drogadicto hay que entender que la inmediatez es el enemigo de la profundidad; y que, si bien yo puedo ir a la cabeza de dar a conocer los hechos relevantes que están ocurriendo, la verdadera noticia es quién o quiénes originaron ese hecho, cómo se desarrolló, quiénes fueron sus cómplices y que efectos tiene sobre la ciudadanía. Las dos cosas no se contraponen.
Respuesta de Álex Grijelmo
Las noticias que se hallan en desarrollo son necesariamente incompletas, y se pueden dar a conocer a medida que se conozcan los datos. Lo que no se permite, por razones de ética periodística, es difundir informaciones sin comprobar.
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Respuesta de Gumersindo Lafuente
Las dos opciones no son incompatibles. La tecnología nos permite ser útiles en las alertas informativas, en el desarrollo de los acontecimientos y en el final de las historias. Lo importante es contar lo que sabemos e ir ampliando las informaciones con datos ciertos, mas no con suposiciones. Es muy importante la prudencia. Nunca debemos perder el rigor por la velocidad. En ese sentido sí es mejor llegar un poco más tarde pero no equivocarse.
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Durante mucho tiempo el mandato de la inmediatez, de llegar primero que la competencia, fue obedecido dócilmente con la multiplicación de los ¡Extras! ¡Última hora! ¡Exclusivo! y otros recursos de sensación. Y así tomaron posición la noticia breve, la información al instante y todos los productos publicitarios disfrazados de noticia.
Al asumir una conciencia ética de la profesión, los periodistas entendieron:
- Que no es el negocio el que manda en el quehacer del periodista.
- Que su conciencia profesional busca y prefiere la noticia bien hecha, y esta exige tiempo; no llegar primero, sino entregar una información de alta calidad.
- Que esta noticia de calidad, aunque con demora, es preferible a la información a medias que solo satisface la curiosidad, pero no a la inteligencia porque deja cabos sueltos y la mayor parte de los hechos sin conocer.
El periodista, aun en tiempos de inmediatez digital, sabe que el de la prisa es un reclamo comercial en que se corre para ganarle al competidor. En esa carrera no toma parte el buen periodismo al que no le interesa la puja comercial, que es asunto de gerentes y de negociantes. Lo suyo es el servicio a la inteligencia de las audiencias y este es un servicio que no se presta dentro de la agitación y prisa de un corredor, sino con la pausa y la profundidad de un informador inteligente. Por tanto: haga usted su información con toda la pausa y sosiego que exigen la inteligencia y sin la prisa irreflexiva de los vendedores.