Acerca de las Fake News, ¿cree pertinente crear un plan o estrategia para regular este tipo de contenido o por qué no se puede hacer esta actividad?
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Es imposible regular sobre este asunto, más allá de los códigos legales o los acuerdos éticos de las organizaciones periodísticas. El periodista debe comprobar, comprobar y volver a comprobar las historias antes de publicarlas y nunca convertirse en un mero amplificador de falsedades.
Respuesta de Mónica González
Las “noticias falsas” son muy antiguas y se han usado con distinto énfasis dependiendo de la intensidad del conflicto político en cada país. Lo nuevo es que ahora enfrentamos una “industria de noticias falsas”, como lo demostró la elección del presidente de Brasil (Jair Bolsonaro), lo que representa una amenaza para la democracia, ya que su objetivo es intoxicar a los ciudadanos con información falsa para manipular su voto y sus decisiones estratégicas; y un enorme desafío para los periodistas.
En esa industria tienen un rol importante periodistas y, de seguir expandiéndose sin control, se puede abrir paso una nueva regulación del Estado a través de leyes y observatorios, como los que se crearon para perfeccionar el acceso a la información. Somos los periodistas los que debemos ser más rigurosos que antes en la debida verificación de la fuente de una información, para detectar noticias falsas y alertar a los ciudadanos.
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¿Se está perdiendo la ética periodística por la inmediatez de la noticia?
Respuesta de Álex Grijelmo
La única estrategia contra las noticias falsas consiste en verificar toda la información que obtenemos y en no conformarse con lo primero que nos cuentan. Hay que encontrar fuentes adicionales y permitir a aquellas personas perjudicadas por una noticia que se defiendan de las eventuales acusaciones.
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Las noticias falsas no se regulan, se eliminan, porque no tienen cabida en el periodismo decente. Es lo que no debe ser. Por eso han cundido en el mundo periodístico las iniciativas para la eliminación de la falsedad
Antes eran excepcionales los periódicos que tenían la actividad permanente de la verificación de datos. Hoy se han multiplicado esas unidades, departamentos o secciones de verificadores que examinan los textos para exigir, si es el caso, que todo dato tenga sustento: nombres, fechas, documentos, afirmaciones de fuentes, etc, porque todo en un periódico debe ser exacto
Esto equivale y estimula una cacería constante de falsedades que se eliminan y corrigen.
Universidades de 10 países e instituciones como la Fundación Gabo crearon un fondo inicial de 14 millones de dólares con la finalidad de mantener la confianza del mundo en el periodismo.
En la radio, en la televisión, en los periódicos aparecen secciones o páginas que denuncian falsedades como “el detector de mentiras”, “la verdad de…” que le prestan al lector el servicio de señalar las mentiras en circulación.
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Las agremiaciones de periodistas están entendiendo que debe reaccionarse contra la mentira con la misma pasión con que se rechazan los atentados contra la libertad de prensa.
Tanto como la libertad, la verdad es esencial para el ejercicio periodístico y para la vida de la sociedad, y es el servicio que el periodista le debe a la sociedad. Por eso se le ve como el fundamento de la dignidad de esta profesión y de la confianza que la sociedad deposita en los periodistas.
No hay, por tanto, transigencia posible con la falsedad. No se admite por ninguna razón en el ejercicio profesional, ni se la tolera en la vida pública. Por eso es y será frecuente que tanto como se denuncia la corrupción de funcionarios y políticos, se pongan en evidencia sus mentiras, especialmente las que se esgrimen como armas de uso común en campañas electorales. La mentira no se regula, se elimina.