¿Será posible que una institución, como un Concejo municipal, pueda premiar con criterio e imparcialidad a periodistas que hayan abordado temas sobre la corrupción que esta institución ha padecido? ¿Qué tan imparciales serán los premios de periodismo?
Respuesta de Mónica González
Frente a la crisis por el desplome de la credibilidad de las instituciones que se vive en muchos países a raíz de una corrupción sistémica, el criterio y la imparcialidad de algunos premios a periodistas se ha vuelto un asunto muy cuestionado y bajo sospecha. Por ello, lo óptimo es que instituciones del Estado -como las municipalidades- y también las que representan a la empresa privada y que debieran estar bajo permanente escrutinio del buen periodismo (y de los ciudadanos) se abstengan de entregar premios a periodistas. El mejor premio para nosotros es que esas instituciones sean las mejor evaluadas a la hora de entregar la información que se les pide por Ley de Acceso a la Información Pública.
Respuesta de Álex Grijelmo
Depende de quiénes conformen el jurado. Si lo integran profesionales independientes y de prestigio, su decisión puede ser imparcial y aceptarse como tal.
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Respuesta de Gumersindo Lafuente
Esta es una cuestión interesante. Abundan los premios periodísticos que conceden instituciones, colectivos y empresas directamente afectadas por el trabajo de los periodistas. Y siempre cabe la duda, la sospecha, de si en alguna medida estos galardones influyen en la independencia de los redactores. Casi es una obligación profesional sospechar de que ciertos galardones se conceden a aquellos que más han alabado la gestión de quien los concede. Por eso es muy importante fijarse en las bases del premio, en el sistema de la selección de los trabajos y, sobre todo, en la composición de los jurados. En todo caso, a mí, personalmente, solo me gustan los premios que dan los propios periodistas a sus compañeros de oficio.
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Los concursos de periodistas para periodistas que, por definición, deben ser los más imparciales, corren el riesgo de las presiones que llegan desde afuera de parte de patrocinadores, anunciantes y aún de medios de comunicación. Por eso en las organizaciones de estos eventos es una tarea indispensable la selección y nombramiento de jurados respetables por independientes y de idoneidad profesional reconocida.
A pesar de todas estas exigencias, estos premios cumplen un papel de estímulo y de enseñanza. Promueven la producción de piezas periodísticas de calidad y dejan una clara lección de que la alta calidad periodística es posible, como lo demuestran las jornadas pedagógicas que propician algunos de estos premios, en las que se analizan los trabajos de los ganadores para examinar las dificultades superadas por los periodistas ganadores, las técnicas que han utilizado y los valores puestos en acción.
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Estos concursos tienen limitaciones, entre ellas la falta de seguimiento a los periodistas ganadores, para mantener su alto nivel y superarlo. Se echa de menos, además, la difusión de los análisis pedagógicos en escuelas y facultades de periodismo, para beneficio de estudiantes y profesores. Decía García Márquez que no basta ser bueno, sino que se sepa. Habría que agregar, que se sepa por qué y cómo ser bueno en el oficio.