¿En una cobertura electoral de un periódico sobre candidatos presidenciales qué clase de contenido merece ser llevado a una portada, como una nota principal? ¿En el caso en que los dueños han demostrado en el pasado afinidad hacia un partido político qué consideraciones éticas debe hacer a la hora reflejarlo en su cobertura noticiosa? Quedo atento a sus comentarios.
Respuesta de Mónica González
Las campañas electorales provocan una cierta avidez de los ciudadanos por informarse. Por ello, los medios ponen en tensión sus recursos para mejorar su cobertura, lo que implica acentuar el rigor en la búsqueda de información desconocida o en la elaboración de análisis reveladores sobre los candidatos que se disputan el poder político. Sobre todo si esa información electoral va como nota principal, una ubicación reservada para artículos que aportan datos relevantes. Si en ese lugar destacado se publican, por ejemplo, actos de campaña de un candidato determinado; o se usa para denostar recurrentemente a su competencia, el medio termina siendo parte de una estrategia partidista y no un servicio público para fortalecer la democracia. Exactamente lo contrario a lo que se espera del buen periodismo en tiempo de elecciones.
En los últimos años, ha emergido una cruda evidencia: el financiamiento ilegal de la política es la nueva plaga que socava las instituciones democráticas. Los medios no escapan a esa fórmula para obtener beneficios del Estado. Apoyar a un candidato significa que una vez que éste llega al poder, el medio será beneficiado con cuantiosos contratos de publicidad del gobierno de turno. De allí que, informar sobre el origen del financiamiento de campaña de los candidatos y hacer la radiografía de sus apoyos financieros y programas económicos, es un aporte para los ciudadanos. Identificar esos apoyos financieros ilegales y públicos en período electoral es noticia principal, así como omisiones e información falsa de la biografía o estudios de un candidato. Y también programas de gobierno que no son sustentables o nexos que amenazan la vida cotidiana de los ciudadanos, como el vínculo de personas asociadas al crimen organizado con asesores claves del comando de un candidato. Lo importante es que ese rigor se manifieste respecto de todos los candidatos. Es allí donde se juega la credibilidad de un medio. Si como lo plantea el colega salvadoreño, los dueños de un medio son conocidos por su afinidad o pertenencia política a un sector, se hace indispensable ser más riguroso en no omitir sus conflictos de interés, sus lunares y errores. Y transparentar si hay negocios que ligan a los dueños de un medio con uno o más candidatos. Ahora, hay que decir que, para ello, se requiere de propietarios de medios y de un periodismo que tenga una fuerte vocación de independencia, una condición que se ha vuelto crítica con la concentración de la propiedad de los medios de comunicación y la crisis de su modelo de negocios.
También te puede interesar: ¿Es correcto que un periodista pose junto a un político para una foto?
¿Qué debe hacer el periodista en caso de errores en los discursos políticos?
Respuesta de Álex Grijelmo
La dirección periodística de un medio debe ser independiente de los dueños. Y para eso hace falta que los dueños sean también independientes de todo tipo de influencias. Si eso no se cumple, toda la cadena queda viciada.
Sobre qué asuntos merecen aparecer en la portada, la decisión corresponde a la dirección del periódico, que debe asumir como prioridad el interés general de sus lectores (y no solamente su curiosidad).
Respuesta de Jorge Cardona
En primer lugar, en la cobertura de un debate electoral, todos aquellos comentarios o propuestas que puedan enmarcarse en el interés público deberían ser resaltados. Es claro que los medios constituyen hoy una plataforma determinante en asuntos electorales, por eso las portadas, a no ser que por el carácter noticioso de determinados asuntos lo imponga, en términos de neutralidad política deberían tener un trato equitativo. En cuanto a la orientación política del medio o de sus propietarios, en algunos casos estos hacen explícito su apoyo a determinado candidato, y esa opción termina siendo ética porque expone claramente qué tipo de información se va a privilegiar. No hacerlo así y desarrollar una agenda favorable a un candidato puede afectar el valor supremo del periodismo: su credibilidad.
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Nos plantea dos cuestiones diferentes aunque en el caso concreto al que se refiere (y que desconozco) entiendo que conectadas. La primera pregunta es muy general y tiene una respuesta obvia: todo lo que sea relevante de cada candidato en el ámbito político o personal y que tenga relación con el cargo para el que se presenta. En primer lugar su perfil y programa político, su pasado de gestión en ese ámbito y sus ofertas de futuro. En segundo lugar su historia personal en todo aquello que pueda afectar al desempeño de un puesto tan importante como es la presidencia de un país. Y si en alguno de esos dos ámbitos se da algún tipo de relación política, personal o empresarial con los dueños del medio al que se refiere, creo que lo ético, lo que aumentaría la credibilidad de esas informaciones, sería explicárselo a la audiencia con transparencia.
Envía aquí tus inquietudes sobre ética periodística.
Respuesta de Javier Darío Restrepo
Todos los electores, de cualquier grupo político, deben encontrar en la información periodística, la ayuda que necesitan para sustentar su decisión política. El estudio detenido de los antecedentes profesionales, personales o políticos de los candidatos, sus programas, y su capacidad para cumplirlos, son temas de estudio para el periodista y el material de su información.
Si esta información ha de ser creída y, por tanto, con capacidad de influenciar, depende de su veracidad e independencia. Y conspira contra esa credibilidad cualquier sesgo publicitario en la información. El receptor es altamente sensible y rechaza el periodismo que se vale de la información diaria para favorecer a un candidato o a un grupo político.
Aún si no se la formula expresamente. El receptor quiere una información descontaminada de intereses y en la que pueda confiar a la hora de elegir.
Así, pues, el perfil ético del periodista que informa en períodos preelectorales está dominado por el valor independencia que, a su vez, se apoya en un compromiso radical con la verdad, instrumentos que le permiten velar por el bien público de toda la sociedad.
Este perfil lo diferencia del propagandista que solo trabaja en función de un candidato, de un partido o de un credo político. Más allá de esos objetivos, el periodista profesional trabaja para toda la ciudadanía, estimula más que los sentidos, la inteligencia de su audiencia y se propone con una información libre, mantener abiertos los ojos y la conciencia de ciudadanos libres.