¿Qué tan ética es la utilización y difusión de los boletines de prensa, comunicados y audios enviados desde diferentes entidades, teniendo en cuenta que así se hace más flexible la agenda del periodista? La ética del periodismo es más exigente que eso y no se satisface con la simple reproducción de los boletines, de las entrevistas o de las ruedas de prensa, que son una materia prima de cuestionable calidad y altamente desconfiable.
Un periodismo que se limita a reproducir esos materiales es un periodismo mediocre, que no le ofrece garantía alguna al lector y que lo deja indefenso en manos de las oficinas de prensa de las entidades privadas o públicas, en las que suele hacerse propaganda, pero no información.
El boletín, la entrevista o la rueda de prensa son materiales en bruto que deben ser procesados después de ser descontaminados.
Cuando el periodista deja de ser un simple intermediario y ejerce un periodismo profesional, suele cumplir estos pasos:
• Verifica la verdad del boletín, la entrevista o la rueda de prensa, a partir de un doble supuesto: que el poder personal o institucional suelen echar mano de la mentira o de las verdades a media, y que es deber del periodista proteger a sus lectores o receptores del engaño del poder.
• Investiga los antecedentes de ese material, su contexto y sus consecuencias.
• Somete ese material a otras fuentes idóneas e independientes, para verificar, para complementar o para diversificar el enfoque del hecho.
• Busca las aplicaciones y proyecciones de los temas tratados por los documentos en cuestión.
Como se ve, la agenda del periodista se amplía, no con esos boletines, entrevistas o ruedas de prensa, sino con el trabajo que el periodista se impone cuando está convencido de que esos materiales solo son información en bruto.
Documentación.
El periodista recoge una noticia y actúa objetivamente con ella, al proporcionar todos los antecedentes posibles de encontrar en las fuentes. Para eso deberá poner toda su diligencia y celo. Cuando presenta el material así obtenido es inevitable que ponga algo de él mismo, de sujetividad, su aplica su propio criterio sobre la importancia real de los hechos, el interés que pueda suscitar en el público o la influencia que pudiera tener su divulgación en la gente, cualesquiera sean los rangos de ésta. Salvo que actúe movido por prejuicios o por una intención torcida, no podrá censurarse que el periodista actúe de ese modo sujetivo. Lo deseable y exigible es que al efectuar su trabajo, el periodista actúe honestamente y con el ánimo de informar bien, al margen de cualquier interés inferior. Y que actúe en consecuencia al ofrecer las noticias al público.
Hasta en los hechos de cuantía menor es posible encontrar estos matices. Supongamos que en una determinada localidad la autoridad decide inaugurar una autopista. Según el medio que informe, la noticia tendrá sus respectivos coloridos. Estos pueden ir, desde el simple relato del acontecimiento, características de la obra, personajes que participaron en el acto inaugural, discursos pronunciados, costo de los trabajos, longitud, número de pistas, capacidad y datos similares, hasta una fuerte crítica por la demora en la entrega de la obra o por la dudosa calidad de la misma. Un reportero acucioso investigará acerca de los materiales usados, la utilidad de la vía, la cantidad de personas que trabajaron, el proceso de asignación de la obra a quienes la ejecutaron y si hubo ofertas mejores y más económicas, en caso de que se haya pagado con fondos públicos y si se lograron beneficios adicionales, al tratarse de empresas privadas. Toda esta labor de investigación periodística entra en el concepto de una mayor objetividad. Lo sujetivo podría imputarse a la buena o mala intención del periodista en la búsqueda de los datos yen su relato posterior.
Emilio Filippi, Fundamentos del periodismo, Trillas, México, 1997. P 28.