¿Cuáles son la verdades que se consideran secretos de estado? ¿Cuál es el manejo ético de esas verdades cuando afectan el interés público? Me refiero a informaciones sobre abusos de poder como los falsos positivos, por ejemplo.
Respuesta de Alex Grijelmo
Los secretos de Estado deben observarlos los funcionarios del Estado, no los periodistas, salvo que pongan en peligro vidas humanas (por ejemplo, si se dan a conocer los nombres de policías infiltrados en una organización terrorista).
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Respuesta Gumersindo Lafuente
El ámbito de los llamados secretos de Estado ha sido utilizado tradicionalmente por el poder para evitar tener que dar explicaciones al público de sus actividades. La falta de transparencia es un grave problema para las democracias y un muro que siempre dificulta el trabajo de los periodistas. Creo que en los casos en los que sabemos que lo que se nos está impidiendo es denunciar los abusos de poder, los periodistas estamos obligados a saltarnos esos muros.
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Respuesta de Javier Darío Restrepo
Es misión del periodista trabajar para que la sociedad acceda a la verdad de los hechos que tienen que ver con el bien común. Por tanto, para él no hay verdades reservadas, distintas de las que pueden hacer daño a alguien.
Los secretos en los gobiernos deben ser la excepción. La regla general la dio la consigna romana: “Publica publice”, o sea que los asuntos públicos deben tramitarse públicamente, ante los ojos de todos, sobre todo cuando se trata de los abusos del poder, que han afectado los derechos de la población.
Es revelador el hecho de que los gobiernos que más se valen del secreto son los dictatoriales, o los que siendo formalmente democráticos, acuden a prácticas dictatoriales. El dictador hace del secreto una forma de poder, lo mismo que los funcionarios de mediana o inferior categoría con apetito de poder.
En tales ocasiones, hace parte del servicio que presta el periodista revelar las verdades que el funcionario quiere ocultar y que afectan el interés público.
Cualquier funcionario, de cualquier categoría, está obligado a rendir cuentas de su gestión y es tarea del periodista velar para que así lo hagan, por tanto, para él la gestión pública debe hacerse de modo transparente y sin reticencias encubridoras.