En la captura de una joven que conducía en estado de ebriedad, estuvieron presentes periodistas que encontraron oposición para su trabajo en amigos que impidieron la grabación del hecho. ¿Hasta dónde es ético que un periodista o un camarógrafo puedan decir “yo solo estoy haciendo mi trabajo”?
Respuesta:
En el cubrimiento de esa clase de hechos, en catástrofes o accidentes, es fácil cometer errores como estos:
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Olvidar que los derechos de las personas tienden barreras que no deben ser traspasadas. La más común de esas barreras es el derecho a la intimidad.
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A ese error se asocia otro: el de creer que una noticia solo se puede comunicar con imágenes de impacto. En el caso se pudieron tomar todos los datos con las autoridades, posiblemente unos planos generales y con estos elementos alertar a la ciudadanía sobre el peligro de los conductores borrachos.
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También es un error suponer que “hacer su trabajo” es obtener como sea una imagen o una voz. La noticia utiliza esos medios, pero no se reduce a ellos ni son los únicos recursos para informar.
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Los periodistas conscientes de su papel, al acometer la información de estos hechos se preguntan: ¿Qué es lo que pretendo? ¿Ganarle a la competencia? ¿Hacer una nota de concurso? ¿Prestar un servicio? Cuando deciden que lo más profesional y digno es prestar un servicio con la información, emprenden su trabajo con una clara conciencia profesional.
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Documentación
De la presencia en el lugar de las cámaras y de su labor periodística se sigue la necesidad de plantearse cuestiones éticas y jurídicas relacionadas con dicha actividad. La labor del periodista gráfico se enfrenta a consideraciones de, al menos, tres tipos:
En primer lugar, las de haber sido testigo directo de los hechos y de haberlos grabado, que crea el interrogante sobre la situación en que esto lo coloca respecto de los protagonistas de los hechos, sobre todo de las fuerzas policiales de seguridad.
En segundo lugar, como testigo neutral no debe interferir en los hechos, debe tratar de que su presencia no influya en los acontecimientos para que estos se desarrollen como si no estuviera ahí. Y conseguir esto es cada día más difícil, un mundo donde las cámaras son omnipresentes y numerosas y su presencia acaba siendo a menudo un dato más del propio acontecimiento.
Finalmente, a diferencia de cualquier testigo la presencia del ojo público del periodista gráfico no viene amparada por la curiosidad sino por el derecho a conocer del público. Esa labor debe estar sometida a los condicionantes normativos del periodista en general. Hay lugares a donde no debe entrar sin permiso; habrá personas cuyas presencia ante las cámaras estará sometida a restricciones y habrá situaciones que exigirán especial cuidado, atención y respeto por los afectados. De modo que las limitaciones y condicionamientos así como las garantías y reconocimientos éticos y jurídicos son de aplicación al periodista.
Hugo Aznar. Pautas éticas para la comunicación social. Universidad Cardenal Herrera CEU. Valencia 2005. p.85