Un periodista amenazado de muerte hizo creer que había sido asesinado y provocó un gran escándalo, que fue mayor cuando reapareció y quedó en evidencia que todo lo de su muerte había sido un truco. ¿Se justifica éticamente este engaño?
Respuesta:
Un fin bueno, salvar la vida, no hace bueno un medio malo, que es el engaño. Hay que recordar que el fin no justifica los medios.
Pero el asunto se rige por normas aún más exigentes porque está de por medio la condición de periodista que, como tal, es públicamente conocido y reconocido por su ejercicio profesional de buscar y comunicar la verdad de los hechos. Es, pues, un profesional de la verdad el que ha engañado al público en este caso, con una falsedad y así ha dejado la percepción de que el periodista puede convivir y valerse de la falsedad.
El hecho de la posverdad, proclamado como una lamentable característica de la humanidad en 2016, les ha planteado a los periodistas del mundo el reto de mantener vigente en la sociedad la verdad, como punto de partida de la confianza entre los humanos. Tan necesarias ambas, la verdad y la confianza, son el servicio que el periodismo presta, o debe prestar al mundo de hoy. De hecho son necesarias, casi tantas como una cruzada, las acciones que periodistas y medios de comunicación adelantan para urgir el respeto a la verdad y el desenmascaramiento de las falsedades. Este es un aporte importante, pero el principal es el de la actitud de cada periodista, de compromiso personal con la verdad y de rechazo total a las falsedades.
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Documentación
El deber prioritario del periodista es servir a la verdad, entregarle al público la verdad cotidiana de los acontecimientos. Por tanto, debe indagarlos con seriedad, comprobarlos con diligencia y divulgarlos con honestidad.
El periodista ha de mantener en mente que su función profesional es la de satisfacer de la mejor manera la necesidad fundamental y el justo derecho de la sociedad a una información veraz, completa y oportuna. Como dice Mariano Grondona:
“Se trata de la verdad cotidiana, es decir, no enfoca esa verdad permanente, profunda y general que es materia de la filosofía, sino es versión más modesta que es expresión de la realidad diaria. Implica pues, su profesión una inevitable superficialidad porque el compromiso del periodista es, en el duro ritmo de su tarea, ofrecer a la sociedad cada día una porción de verdad necesaria para vivir, trabajar y progresar”.
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La función informativa le exige al periodista cumplir con responsabilidad los cuatro pasos fundamentales para buscar, evaluar y divulgar la noticia que el derecho de información exige. Estos pasos son:
- La indagación, o sea la búsqueda del hecho noticioso, de la fuente confiable o del documento pertinente.
- La verificación de la certeza y del valor del acontecimiento, de la fuente informativa y de las circunstancias que envuelven el hecho.
- La evaluación del hecho noticioso, de su importancia, sus orígenes y posibles efectos.
- La divulgación exacta y honesta de la información.
Alfonso Lopera en Ética del periodismo. Universidad de Antioquia, Medellín, 1990. P. 45