Seguí durante varias semanas las primeras páginas de periódicos y encontré que semanalmente en 5 de las siete ediciones la noticia principal tiene que ver con deportes o farándula. ¿Es normal esta fijación en el espectáculo?
Respuesta:
Durante mucho tiempo la información periodística se miró y produjo como un entretenimiento. Se trataba de llenar el tiempo vacío que ha multiplicado la cultura del ocio y junto con ese fenómeno crecieron el sobreestímulo a los sentidos del dominio de lo emocional, en detrimento del estímulo al pensamiento, tendencia que se intensifica con la cultura digital.
Paralelamente a lo anterior, en el periodismo se ha impuesto el objetivo del negocio por sobre el del objetivo social de la profesión.
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Se suman estos dos factores y el resultado es la conversión de los periódicos en catálogos de ventas y en publicaciones de entretenimiento, donde se encuentra todo sobre futbolistas y deportistas de éxito, y todo sobre actores y actrices, con una clara prioridad para la información farandulera vendedora.
Esta última palabra es parte principal en el hecho que recoge esta consulta. De creerles a las primeras páginas mencionadas en la consulta sería más importante la información deportiva que la crisis de los partidos, o el asesinato de los líderes sociales, o el crecimiento de la criminalidad, o el progreso cualitativo de la educación, o el vigor de la economía.
Se trata de darles su lugar a los temas en función del bien público, en vez de crear el equívoco de que los deportes y el entretenimiento son prioridades informativas porque son las noticias que venden.
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Documentación
El movimiento por el derecho del público a saber comporta una dimensión ética. Ha estimulado a los periodistas a considerarse como representantes del público. Muchos han experimentado una responsabilidad especial al cubrir alguna asamblea pública importante. En esa situación el reportero realiza un esfuerzo especial para informar de acciones que puedan afectar a aquellos ciudadanos ausentes, no para vender más periódicos o ganar sintonía, sino por un sentido de obligación. Ese mismo sentido de representación del público ha estimulado a los periodistas cuando tratan de arrojar luz en las actividades menos obvias de los negocios o en áreas del sector privado en las cuales se interesa el público.
... La mayoría de los periodistas considera la prensa como de utilidad pública, en el sentido de que tiene responsabilidades con el público al que sirven. Sin embargo, el propio eslogan se utiliza cada vez menos por aquellos que se consideran voceros de su país. El grueso público parece haberse apoderado del eslogan y lo manejan como si ser informado de lo que se quiere saber fuera un derecho natural y constitucional.
Al poner ese eslogan a su favor, hay periodistas que lo invocan para justificar conductas indebidas: mentir o robar para conseguir una noticia se justifica, según ellos, por el derecho del público a saber.
Los periodistas tienen que decidir diariamente qué es lo que la gente tiene derecho a saber. Una visita a una sala de redacción al final del día de trabajo muestra la cantidad de noticias que se dejan a un lado sin usarse; aparentemente es todo un material que el público tiene derecho a conocer. La verdad es que eso que el público tiene derecho a saber está reglamentado por los juicios subjetivos de editores y directores que son los que determinan de cuánto espacio y tiempo se dispone para las noticias. Un sistema tan imperfecto difícilmente puede justificar una conducta no ética o ilegal por ningún periodista pensante.
Eugene Goodwin en Por un periodismo Independiente. Tercer Mundo. Bogotá 1994, p. 15, 16, 17.