La vigencia de los contenidos periodísticos
17 de Mayo de 2018

La vigencia de los contenidos periodísticos

Foto: Unsplash, compartida bajo licencia Creative Commons

¿Es ético presentar a la audiencia una entrevista del año pasado como contenido nuevo?

Respuesta:

Códigos y Manuales de Estilo coinciden: el primer compromiso del periodista es con la verdad; por tanto, nada que sea o aparente falsedad.

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La razones para esta enfática afirmación son numerosas. Algunas de ellas son:

  • Esta disposición permanente hacia la verdad fundamenta la credibilidad del periodista. Uno le cree a quien siempre dice la verdad. Cualquier falsedad debilita esa credibilidad.
  • Cada verdad escrita y/o dicha por un periodista fortalece la confianza en su información, para las personas y para la sociedad. Puesta a prueba por las falsedades que hoy se multiplican y presionan, la confianza pública debe apoyarse en alguien, y el periodista suele ser el recurso de confianza cuando se desconfía de todo y de todos.
  • Si la sociedad deja de apoyarse en la verdad, queda a merced del capricho y la arbitrariedad porque nada será sólido ni seguro, y se cierra su acceso a lo real. La verdad proporciona un sólido anclaje en lo real.
  • Sin la verdad el periodismo pierde todo su peso moral y su razón de ser. Se es periodista para decir todos los días la verdad de lo que sucede. Cualquier otro objetivo es secundario o superfluo en una profesión que vive para revelar la verdad de cada día.

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Documentación

Seguramente es imprudente confiar en la razón y en las percepciones por sí solas, sin seguir instrucciones de la verdad que sientes y la verdad que te cuentan. Pero descartarlas todas es un terrible acto de automutilación, una disminución de la humanidad, como si nos infligiésemos simultáneamente, una mutilación y una lobotomía, furiosos por los errores de la mente y los sentidos.

Una noción de lo sagrado subyace bajo los tradicionales tests de la verdad de la humanidad y envuelve los conceptos con los que están relacionados. Palabras que parecen disociadas tiene la misma ascendencia: verdad y virtud; orden y rito, aritmética y dharma. Todas comparten la misma raíz indoeuropea. La búsqueda de la verdad es un combate, parte de una guerra contra el caos, un agotador ritual para librar a la realidad de la duda nombrando sus partes, o un hechizo para salvarla de ser engullida por la nada. El relativismo, el subjetivismo y la deconstrucción podrían romper el hechizo. La verdad podría ser relativizada al margen del léxico, o ser reducida a otro en nombre de la falsedad, sin objetos de los que hablar; el sujeto podría convertirse en una voz ignorada, clamando en el desierto; la deconstrucción podría demoler cada enunciado de cualquier signo dejando tan solo una sonrisa cósmica. Estos bárbaros proyectos podrían tener éxito; algunas civilizaciones han sucumbido a los destructores y la historia es una senda trazada entre sus ruinas.

Creo que hay buenas razones para creer que estos vándalos de la verdad que hoy afrontamos existen. Primero, porque tienen en la manga algunos ases que pueden servir a los buscadores de la verdad; segundo, porque no todos son enemigos implacables; algunos de los críticos más devastadores de los últimos tiempos eran colegas en la búsqueda de la verdad que se desesperaron o que, luchando por rescatar la verdad de las falsas concepciones de ella, se excedieron en sus esfuerzos. Finalmente, en sus argumentos hay bucles que, si los seguimos enérgicamente, nos devuelven a la verdad.

... Giordano Bruno, el atormentado mago del renacimiento, que puso la verdad sobre todas las cosas, murió en la hoguera; entendió que la verdad, aún concebida y nombrada diversamente debe, no obstante, ser la verdad misma. La búsqueda de la verdad siempre es lo mismo: la inquebrantable búsqueda de signos que se ajusten a la realidad.

Felipe Fernández Amesto en Historia de la Verdad. Herder, Barcelona, 1999. P 237, 238

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