Publicar información plagiada: ¿cuáles son las consecuencias?
26 de Febrero de 2018

Publicar información plagiada: ¿cuáles son las consecuencias?

Foto: Pixabay - Compartida bajo licencia Creative Commons

¿Qué consecuencias tiene el plagio para el periodista y para la profesión? ¿Qué derechos se les vulneran a los lectores de información plagiada?

Respuesta:

Si se tiene en cuenta que el plagio desconoce la justicia, porque es la usurpación de un bien ajeno; y que viola la verdad de los hechos porque miente sobre el verdadero autor de una obra, se justifican los calificativos que le dan los códigos éticos. Lo llaman “condenable conducta”, “acción violatoria”, “comportamiento antiético, odioso y deshonesto”. En el 47.8% de los códigos es explícito su rechazo.

La práctica del plagio, por tanto, degrada la profesión. Si se tiene en cuenta que en la identidad profesional el compromiso con la verdad figura como factor esencial, esta violación de la verdad implicada en los actos de plagio equivale a la supresión de una parte esencial de la identidad periodística.

Los lectores, por su parte, tienen derecho a una información en la que puedan confiar plenamente. El plagio -acto injusto y mentiroso- le niega al lector ese derecho. Mal se puede creer en quien miente y actúa injustamente. Esto explica la severidad con que en los códigos de ética se rechaza el plagio: “es incompatible con la ética profesional plagiar”, se lee en el código de ética de Yugoslavia; los periodistas polacos anuncian desde la represión hasta la baja de la Asociación de periodistas para los plagiarios, y en España se considera el plagio entre las faltas más graves.

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Documentación

Usualmente el plagio equivale a la usurpación hecha por un autor del pensamiento de otro, publicándolo como propio.

Hay quienes plagian enlazando párrafos ajenos con los suyos propios, de suerte que solo los expertos se dan cuenta. Otros citan entre comillas textos de fuentes antiguas tomados de obras en las que aparecen citados de primera mano. Otras veces se copia el plan y hasta el texto de las obras sin advertirlo. El periodista puede caer en la tentación fácil de servirse de las investigaciones realizadas por otros colegas. Pero lo que más indigna al público y a los colegas de profesión es que se publiquen artículos como altamente originales de artículos publicados en otros idiomas que en realidad no son más que traducciones.

De todos modos, entiendo que no hay que confundir el plagio con la imitación inteligente y creadora, siempre que no se oculten las fuentes de inspiración. Es muy difícil de hecho ser completamente originales. Por eso el citar las fuentes de inspiración es un acto de nobleza que el citado agradece también cuando se hace con la debida corrección y justicia.

El problema práctico del plagio se resuelve positivamente, aprendiendo a citar con rigor técnico tal como lo enseña la metodología científica y la disciplina documental. Lo que éticamente interesa advertir aquí es que cuando por incompetencia, ignorancia culpable o intención deliberada, se copia el pensamiento de un colega sin su consentimiento y se lo publica como propio, se comete una injusticia violando los derechos de autor, engañando al público y desprestigiando al cuerpo profesional, o empresa informativa. Las leyes penales pueden salir al paso de estos abusos denunciados por los documentos deontológicos de la información.

Niceto Blazquez, Ética y Medios de comunicación. Biblioteca de autores Cristianos, Madrid, 1994. p.129.

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