Los periodistas de la capital, a fuerza de acumular detalles y crónicas, convirtieron un asesinato ocurrido en una noche de tragos en una noticia de vigencia larga y monótona. Ahora repiten la dosis con la muerte de una niña de sociedad que consumió drogas alucinógenas. ¿Qué pasa ahí? ¿Hay alguna norma que oriente?
Respuesta:
La agenda periodística está orientada por su sentido de bien común. Para la selección de los temas y para su tratamiento ese sentido indica cuáles son las prioridades y la intencionalidad.
Este criterio es el que indica la exclusión de temas de solo entretenimiento, o dictados por los intereses particulares del periodista, de los accionistas del medio o de sus propietarios. El único amo que se tiene en cuenta al decidir la agenda es el bien público.
Ni los temas vendedores, ni los que le convienen al periódico o a los intereses particulares tienen lugar prioritario en esta agenda. Si esto se aplica, el tratamiento dado a los temas de la consulta aparece como una deslealtad con la audiencia. No por el tema mismo, dos muertos aparentemente por homicidio, sino por el tratamiento. El despliegue durante días y semanas, aparece innecesario y artificial, de modo que el lector se pregunta (así está ocurriendo) si se quieren explicar los elementos de telenovela, o si es un tributo a la clase social de los protagonistas, o si se trata de la conversión de la noticia en una mercancía que tiene abundante demanda.
A todas las especulaciones da lugar esta equivocada elaboración de la agenda. En efecto, no se trata de cortejar la curiosidad morbosa de la audiencia, o de priorizar las noticias que más venden, sino lo que corresponde al interés público. En efecto, un asesinato en las informaciones es una llamada de atención sobre algo que no debió suceder y que no deberá repetirse; un atentado terrorista convoca la atención hacia algo que no funciona en la sociedad y que debe preverse. En cualquier caso es el bien de todos el que inspira la selección y el tratamiento de las noticias, y es la clave que explica la calidad del trabajo de los buenos periodistas.
Documentación
La influencia de los medios sigue siendo una cuestión discutida. Para la opinión general, los medios disponen de una capacidad de influencia muy elevada. La gente considera que los medios son muy influyentes y poderosos. Los estudios realizados, sin embargo, han establecido que la influencia de los medios no es automática ni directa, sino que sigue diversos canales ulteriores a la emisión y pasa por varias etapas, especialmente dos: tras la emisión viene una segunda etapa en la que la opinión de las personas interesadas en la cuestión parece resultar más decisiva que la de los medios y se ejerce a través de la conversación. Además, los que trabajan en los medios aparecen más bien escépticos sobre su influencia y su actitud se asemeja más a la de un espectador de los fenómenos de opinión que a la del promotor o agente de cambios.
En lo que hay más acuerdo es en la influencia de los medios por lo que respecta a la elección de temas importantes, lo que se ha llamado la “agenda setting”. Los medios influyen, más que en configurar la opinión de la gente sobre los asuntos pendientes, sobre las cuestiones importantes del orden del día de la sociedad, en convencer a todos de que estos son, efectivamente, los asuntos decisivos. Habrá posiciones encontradas para resolverlos, pero se dará, por supuesto, que estos son, después de todo, los asuntos que hay que ventilar.
El menú informativo de los medios se establece de modo harto singular. El primer elemento es la oferta o producción de hechos por los interesados en que el público los conozca, y el segundo es la conversación espontánea de los que se enteran de algo que debiera ser la noticia y que hacen llegar a las terminales informativas de los medios.
A este origen aparentemente anárquico y caprichoso, sigue un procedimiento de selección no menos curioso. Los seleccionadores o “gatekeepers”, no ponderan la influencia potencial de los hechos en cuanto a sus efectos políticos y sociales, sino que consideran únicamente su condición técnica de noticia y, en caso de duda, de más noticia de la que quedará sin publicar.
Lorenzo Gomis: Teoría del periodismo. Paidós, Barcelona 1997 P. 162, 163.