¿Cómo evitar la violación a la intimidad en el periodismo?
18 de Febrero de 2018

¿Cómo evitar la violación a la intimidad en el periodismo?

Foto: Pixabay - Compartida bajo licencia Creative Commons

¿Cómo debe actuar el periodista con famosos que usan las redes sociales para comunicar su vida privada y profesional?

Respuesta:

La intimidad deja de serle cuando se vuelve pública. Por definición, lo íntimo se mantiene oculto y como parte de la vida personal; es uno de sus apoyos.

Llega a ser elemento constitutivo de la libertad cuando opera como el ambiente propicio para decidir ante sí y con la propia conciencia. En el silencio de la intimidad el humano decide y, al hacerlo, fortalece su libertad.

Esta conexión entre intimidad y libertad es la que le da carácter de inviolable; por tanto los códigos de ética periodística destacan y preservan la intimidad.

Renunciar a la intimidad por razones de negocio es vender a poco o ningún costo un elemento esencial de la dignidad personal.

Estas consideraciones son las que le ayudan al periodista a encontrar una decisión ética para el caso propuesto. En efecto, queda claro que:

Son distintas la información periodística y lo publicitario. Personas de farándula o de figuración pública que renuncian a su intimidad para ser más conocidos o para atraer fanaticada, hacen de su intimidad una pieza publicitaria.

Del periodista se espera información, no trucos publicitarios.

En el orden de prioridades que se refleja en la agenda periodística no tienen cabida estas intimidades convertidas en propaganda. El carácter de servicio público de la información periodística califica esta clase de material como no pertinente.

Los “famosos” y, en general, los profesionales de la farándula o de la vida deportiva, política o cultural se convierten en noticia cuando aportan al bien público; no cuando son un mero entretenimiento.

Documentación

Siendo en principio lo íntimo no difundible, ya que no solo es lo opuesto a lo público sino que requiere que el sujeto decida libremente revelarla y que tenga trascendencia para la sociedad, se puede concluir que temas como el de la muerte no pueden ser objeto de la información. Cabe citar lo que señala Victoria Camps al respecto: “la vida íntima es eso que nuestras educadoras religiosas llaman vida interior, en su caso para referirse a una cierta forma de experiencia trascendente”.  En otras palabras, esa vida interior se refiere a la conciencia que cada ser humano tiene de sí mismo en su relación con el otro y con Dios.

Es evidente que si se reúnen las condiciones señaladas, la libre voluntad de la persona y si la información es de interés público, podría informarse sobre intimidades como la propia muerte. Pero para ello es el propio sujeto el que debe autorizar la información “para que el sujeto doliente pueda intervenir como emisor informativo ha de tener capacidad física, pero sobre todo sicológica. Queda el tema del interés público que se identifica con aquellos intereses compartidos por la mayoría de la población, lo que debería traducirse como el bien común, aquel que es el bien de todos y de cada uno de los miembros de la comunidad. Al preguntarse sobre cuál debería ser ese interés público por conocer las intimidades de alguien surge como el más claro el referido a la vida de las personas. Conocer aspectos relativos a la muerte serán de interés público si con ello se salvan vidas. Es el caso de las enfermedades terminales cuya difusión puede servir para evitar que otras personas las adquieran.

Mario Urzúa A. en Periodismo y ética, temas actuales. Centro de Estudios Bicentenario. Santiago de Chile, 2005.  p.58-59

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