Discutíamos en clase sobre las informaciones relacionadas con la corrupción, destacadas en los medios como noticias de máxima importancia y extensión. ¿Es buena o mala esta obsesión informativa?
Respuesta:
Están en la misma línea la preferencia por las informaciones negativas y la obsesión informativa por la corrupción. Una y otras monopolizan la agenda informativa del periodista, y las dos empobrecen a los que reciben información.
Cuando se buscan los motivos para la preferencia por lo negativo y la corrupción es fácil concluir que lo negativo y las denuncias son más fáciles y las preferidas por las audiencias; por tanto, se alinean elementos que convencen al periodista y a los editores.
El factor facilidad es uno que se suma al de circulación o sintonía del medio de comunicación, una motivación económica que suele ser definitiva.
Y en vez de ilustrar sobre las inconveniencias de la corrupción, pone a sus actores en un primer plano, y a sus acciones como operaciones con resultado exitoso. No se trata de insinuar que estas acciones no se informen, deben conocerse para estimular las prevenciones y vigilancia de la población y de las autoridades; además deben conocerse los que han burlado la fe pública que los daba por honestos.
Es, pues, una información válida que, apropiadamente presentada, hará bien a los receptores. Si se destacan debidamente las consecuencias dañinas de esas acciones, serán valoradas y se activarán las defensas de la población; si se examinan los hechos desde su aspecto positivo, la población no se limitará al conocimiento de lo negativo, sino que descubrirá su parte desconocida. ¿Por qué hablar solo de los deshonestos y no de las razones de los honestos para ser honestos?
Documentación
Estudiar las agendas informativas es problematizar el poder que los medios de comunicación tienen de instalar el menú de los asuntos sociales relevantes y de proporcionar los términos con que esos asuntos pueden ser pensados, abordados y discutidos. En otras palabras, es indagar por la espesa trama de las relaciones de poder, contrapoder, demandas sociales y hegemonías en las que estos participan, junto con otras instituciones, agentes y esferas de la sociedad puesto que el lugar social donde se instalan las agendas informativas es la sociedad y sus conflictos.
Esto, a su vez, implica reconocer que los medios son arenas centrales de la vida social contemporánea y, por tanto, escenarios clave de discusión y reconocimiento social.
Todo lo cual nos lleva a considerar que el efecto de las agendas informativas en la vida diaria de las personas no radica en que los individuos retengan informaciones específicas, sino en la fijación que éstos hacen de la realidad, de la que está permitido hablar y de aquellos que pueden hacerlo, en un contexto social que sabemos es desigualmente disputado en términos del acceso a la palabra pública y su significación. Así, el influjo de las agendas de los medios opera sobre los marcos interpretativos, esto es, sobre las categorías que los individuos emplean cuando piensan en cuestiones referidas a la guerra, la paz, la cultura o la economía.
Por tanto, la pregunta sobre quién fija la agenda pública sigue siendo un interrogante pertinente a la hora de estudiar las agendas informativas y sus múltiples interrelaciones con otros poderes y contrapoderes de la sociedad.
Iván Bonilla en ¿Por qué estudiarlas agendas informativas de hoy? En ¿Qué es Noticia? Cátedra Konrad Adenauer, Ediciones Antropos, Bogotá, 2004. P. 23, 24