Una reportera abrió con una noticia que se apoyaba en una entrevista espectacular; una semana después se supo que ni el personaje, ni la entrevista habían existido. ¿Cuál debería ser la sanción: llamada de atención a la reportera, suspensión, cancelación del contrato, disculpas a la audiencia?
Respuesta:
Ante un caso semejante, un grupo de periodistas convocados por la revista Pulso del periodismo reaccionó significativamente: el 48% la hubiera suspendido y habría explicado a los lectores lo sucedido; un segundo grupo, el 34%, la habría suspendido; y el grupo minoritario, el 6% la habría despedido, un gesto rencoroso como respuesta a la ofensa hecha a la dignidad profesional. Este gesto, poco o nada contribuye a la prevención o reparación del daño. La suspensión se acerca más a una solución: al mismo tiempo que notifica el rechazo a la conducta de la reportera, le da una segunda oportunidad, dos connotaciones constructivas después del hecho.
El grupo mayoritario tiene en cuenta a los receptores que son los más afectados en su buena fe para con la información periodística. Explicarles, tiene en cuenta ese efecto y, además, ratifica que al receptor se le debe una información veraz y precisa. Esta explícita valoración del derecho del receptor a una información verdadera es la consecuencia positiva de una acción mentirosa, dañina para todos.
Documentación
Infortunadamente la fabricación de noticias es una tradición que ha sobrevivido en el periodismo, que en Estados Unidos se llaman “embuchados”. Tal vez el más célebre fue aquel largo relato complementado con dibujos de aladas criaturas humanoides halladas en la luna. Un tal sir John Herschel fue el descubridor de hombres murciélago y otras formas de vida lunar mediante el uso de un novedoso y gigantesco telescopio. Esta versión decimonónica de puras tonterías publicada por el New York Sun en 1835 ayudó a que el rotativo alcanzara la circulación más alta del mundo.
Las noticias emitidas por radio y televisión no son inmunes a las fabricaciones. En la última etapa de su carrera, Jéssica Savitch cuenta de un colega presentador que siempre llegaba con apuntes de cierre más simpáticos que los que ella presentaba. No podía imaginar cómo perdía aquellas notas tan interesantes de la cantidad de periódicos y revistas que examinaba cuidadosamente todos los días. Finalmente le supliqué que me dijera cómo diablos obtenía esa información, escribió Savitch. Pues, me las invento, le respondió. Ese presentador no duró mucho en la estación.
Eugene Goodwin en Por un periodismo independiente. Tercer Mundo, Bogotá, 1984. P 230, 231.