Quiero saber sobre la incidencia de las redes sociales en el periodismo.
Respuesta:
Hay una incidencia positiva cuando el periodista utiliza la información como una fuente que debe ser sometida a crítica. Esta tecnología le multiplica al periodista las fuentes y el alcance geográfico de sus investigaciones; también le permite al periodista diligente y crítico ampliar el conocimiento de las distintas facetas de los hechos. Es lo positivo de esta tecnología: casi le suprime las categorías de espacio y tiempo, consideradas como limitantes del periodista.
Lo negativo ocurre cuando el usuario acepta pasivamente los materiales a que tiene acceso en las redes sociales. Estos materiales suelen aparecer en la red sin autor responsable, lo que los convierte en informaciones altamente sospechosas.
Hay que tener en cuenta, además, que la rapidez de la información digital – una calidad apreciable y valorada en los medios- tiene su lado oscuro: impone un ritmo tal que impide el análisis y la reflexión pausada, necesarias para llegar al conocimiento integral de los hechos. Así la instantaneidad propia de lo digital impide la información integral y profunda que siempre exige tiempo. El buen periodismo nunca es instantáneo, requiere tiempo como todas las actividades de la inteligencia.
Los elementos e informaciones que se mueven en las redes sociales constituyen un medio ambiente de irreflexión y superficialidad en que el periodista pierde gradualmente su capacidad de análisis, su agudeza para investigar y su ejercicio crítico.
El uso que el periodista haga de esta tecnología para aprovechar sus potencialidades, puede hacer de lo digital un aliado del buen periodismo; pero si solo utiliza ese poder para hacer más fácil y rentable su trabajo, el resultados será un periodismo sin calidad. En el uso de la tecnología el factor decisivo no es el aparato, sino quien lo usa.
Documentación
Estamos enganchados a la actualidad, a las métricas. Nuestro cerebro no ha sabido resistirse a recibir las cifras en tiempo real, a la pequeña subida de la dopamina tras el terrorismo laboral. Sin embargo pocas veces nos acercamos a la audiencia para preguntar lo que les interesa, qué les preocupa, cómo podemos servirles mejor. Solo nos interesa como un número y eso en la época en que la tecnología permite saberlo todo de ellos, es imperdonable.
Puedo contar con los dedos de la mano las veces en que he visto a un periodista negarse expresamente a aceptar sus objetivos de tráfico o reducirlos de forma deliberada por una razón editorial. Es cierto que en pocas veces se unen la sangre fría, el desapego por el empleo y la inconciencia necesaria como para hacerlo, pero lo normal desde el becario del director es que sigamos persiguiendo la zanahoria sin protestar. Alimentamos con alegría un sistema tradicional solo porque somos buenos haciéndolo.
La realidad es que la relación medio-lector, está casi rota. Los digitales permiten los banners engañosos. La parte final de las noticias está llena de links de pago que dirigen los visitantes a contenidos vergonzosos que el medio hace como que no ve, pero que jamás aprobaría si fueran un contenido propio. Los lectores instalan programas que bloquean la publicidad, los medios plantean bloquear a los que los bloquean. Las páginas tardan en cargarse, contienen tanta basura, tanta publicidad pesada, tanto código inútil, tantos añadidos, que Facebook y Google han inventado formatos livianos que, paradójicamente, los mismos medios han convertido en páginas ilegibles.
Esta desconexión podría reconstruirse con imaginación, pasión, amor por el talento, algo de lo que el sistema de pensamiento de los medios adolece. Internet es un festival de todo ello, pero la falta de crítica real y la mala gestión del talento, especialmente el joven, acaba creando relaciones endogámicas con serios problemas de diversidad de género, edad y clase que reproducen los sistemas de poder que deberían criticar.
Delia Rodríguez, subdirectora de audiencias de Univisión, en Un problema del periodismo, eldiario.es, octubre 2016, p. 10-11