En el Festival Gabo, que organiza la FNPI, se afirmó que la lucha contra las noticias falsas podría violar la libertad de expresión. Hemos discutido esa afirmación sin lograr un acuerdo. ¿Cuál sería una respuesta desde la ética?
Respuesta:
Sería discutible si la afirmación se basa en la idea de que hay, o puede haber, libertad para mentir. Como una supuesta libertad para robar, o para calumniar, o para asesinar, el solo enunciado confirma que es inaceptable cualquiera forma de libertad para el mal.
Así como no puede alegarse una libertad para ofender – que fue el tema después del asesinato de los periodistas de Charlie Hebdo- tampoco tiene fundamento una supuesta libertad para mentir.
La definición de la libertad como posibilidad y derecho de hacer lo que uno quiera sin que nadie se lo impida, permite esa aplicación de la libertad para mentir; pero una mirada sobre la libertad como uno de los caminos para el desarrollo y crecimiento en humanidad, hace entender que debe haber libertad para todo lo que dignifica y desarrolla el potencial positivo de los humanos.
Existe sí la posibilidad de que la lucha contra la falsedad se convierte en pretexto para implantar controles a la información. En efecto, amenaza a la libertad de información la idea de que alguien –cualquiera que sea- pueda erigirse como árbitro o dueño de la verdad, pretensión común en los gobiernos autoritarios.
El esfuerzo por poner en evidencia la falsedad puede tener ese sesgo; en este sentido es correcta la afirmación de que las medidas contra la falsedad pueden restringir la libertad de información.
Documentación
Si uno estudia la dinámica de cómo se mueve la información en línea, prácticamente todo conspira en contra de la verdad.
La raíz del problema es que tenemos más medios de donde escoger. Una variedad más amplia de fuentes noticiosas presuntamente sería el baluarte de una era racional. Sin embargo no es así como funciona.
Los sicólogos y otros científicos sociales han mostrado que cuando se nos presentan diversas opciones informativas, nos atiborramos de información que confirma nuestras ideas y evitamos la que no lo hace. Esta dinámica se vuelve problemática en un panorama noticioso de opciones casi infinitas. Entonces todos compartimos lo que descubrimos con nuestras redes sociales de mentalidad afín, creando círculos cerrados en línea. Un estudio de la escuela IMT de estudios avanzados Lucca, en Italia, reveló que las redes homogéneas en línea ayudan a que persistan y crezcan las teorías de conspiración.
La tecnología digital nos ha bendecido con mejores maneras de captar y difundir las noticias. Uno creería que la mayor documentación primaria llevaría a un mejor acuerdo cultural respecto de la verdad. De hecho ha sucedido lo contrario. Los investigadores han mostrado que dos personas con puntos de vista discrepantes pueden observar el mismo video, documento o fotografía y sacar ideas marcadamente diferentes.
Una de las ventajas aparentes de las noticias en línea es la verificación constante de la información. Cuando alguien dice algo que es falso, los periodistas pueden demostrar que está mintiendo. Pero esa tarea ha resultado inútil ante una ola de falsedad porque las mentiras han sido institucionalizadas. Hoy existen sitios enteros cuya única misión es publicar en línea noticias escandalosas y totalmente falsas.
La desinformación que circula ahora en línea está siendo reforzada por campañas políticas.
Farhad Manjoo. New York Times. 15-11-16: La verdad es víctima en la ERA DE INTERNET.