En las últimas décadas la actividad periodística se ha concentrado en dispositivos electrónicos, ¿esto deshumaniza los contenidos?
Respuesta:
Como el uso que se puede hacer de cualquiera tecnología puede ser bueno o malo según la intencionalidad del usuario. El periodismo de datos, lo mismo que las redes para intercambio, o mejoran la información, o los usos educativos. Estas son algunas de las ventajas de esta tecnología, que contribuyen a la humanización de sus usuarios.
Y también depende del usuario el deshumanizador efecto de la pérdida o disminución de las facultades humanas por la vía del desuso; es el caso de la pérdida de la capacidad crítica o de la memoria por el uso de las grabadoras de voz. A mayor uso de los mecanismos que reemplazan facultades del hombre, mayor deshumanización.
Esta sustitución de lo humano llega a su máximo y más dañino nivel cuando la comunicación y comunión entre humanos desaparece, absorbido por la práctica de la conexión. La conectividad es la gran posibilidad que crea internet, con ella mantiene en vilo a todos los usuarios de tabletas y celulares que se mantienen en tensión, a la espera del parpadeo luminoso o la señal sonora que indican que se ha puesto en marcha una nueva conexión; y lo que debería ser el punto de partida para el encuentro, la comunicación o la comunión se queda en el pobre sustituto de una conexión.
El periodismo digital puede quedar en eso: una multiplicación de conexiones que no conducen al encuentro y comunicación con las personas. Es este el sentido de la queja por la deshumanización de internet.
En cambio, el uso de todo el potencial comunicativo y de información de esta tecnología contribuye a la elevación de la calidad del periodismo y a su creciente humanización.
Documentación
Es seguramente cierto que internet ofrece y continuará ofreciendo beneficios, intereses y posibilidades nuevas a escala tan grande que, en un tiempo relativamente corto, engancharse a la red será beneficioso y tan ingrato, pero tan necesario como tener teléfono o un auto. Y al igual que estos, alterará nuestro modo de vivir, pero el grado en que estos aparatos han hecho esto ha sido exagerado. “En este mundo, decía Benjamín Franklin, solo dos cosas son verdad: la muerte y los impuestos”. Pero también puede decirse que otras cosas son verdad. La gente continuará teniendo y valorando vidas creativas y emocionales muy parecidas a las que siempre ha tenido. A la inversa, continuaremos compartiendo muchas de las dificultades que surgen en cada época.
Puede que la moderna tecnología haya hecho adelantos enormes que nos han ayudado a luchar contra la enfermedad y la pobreza, pero es tan absurdo creer que la tecnología abolirá la enfermedad o la miseria como creer que la ultracongelación podrá en el futuro abolir la muerte. No hay señal de que las fuentes de la guerra o la dificultad para asegurar la paz hayan sido aseguradas por el avance tecnológico, y la siempre abierta posibilidad del suicidio no es el tipo de cosas que la tecnología digital de la información pueda hacer desaparecer, por muy barata y poderosa que sea.
Si esto es verdad podemos esperar que internet sea moderado o transformado por la naturaleza y la condición humanas y estos nos dice algo sobre tratos fáusticos. La transformación y el carácter caprichoso de la innovación tecnológica hace que sea imposible cualquier análisis de costos y beneficios. ¿Significa esto que no hay manera de juzgarla? No, porque la tecnología nace y se desarrolla en un contexto que sirve de referente: la naturaleza y la condición humana. Es un contexto que incide en nuestra evaluación de la tecnología, pero no dándonos un medio con el que comparar los costos y beneficios, sino la norma con que medir el valor definitivo de aquella. Tal como lo vio Heidegger, en última instancia la pregunta que hay que hacerle a la tecnología está directamente relacionada con lo que significa ser.
Gordon Graham: Internet, una indagación filosófica. Frónesis, Madrid, 2001, pp 166-167.