¿Negro o afro? ¿Ciego o invidente?, recomendaciones para manejo de temas de discriminación
31 de Mayo de 2017

¿Negro o afro? ¿Ciego o invidente?, recomendaciones para manejo de temas de discriminación

Foto: rawpixel.com / Pixabay.com

Al tratar una noticia sobre ciegos, ¿es ofensivo llamarlos no videntes, o invidentes, o mejor, personas con discapacidad visual?

Respuesta:

¿Por qué a los ciegos no se les puede decir ciegos? ¿Y a los viejos, viejos? ¿Y a los negros, negros?

No son las palabras las que ofenden, son los prejuicios unas veces, otras veces los contextos y, siempre, la intencionalidad.

Los eufemismos, circunloquios o rodeos verbales aparecen, en consecuencia, como formas de la hipocresía.  Esta es, pues, una parte del fenómeno.

La otra tiene que ver con la idea de que las realidades desaparecen cuando cambian las palabras. La discriminación a los negros, su sistemática exclusión, el desprecio por su raza no van a desaparecer si se les dice gente de color o afros; por el contrario, cuando el mal se disimula, con la complicidad de una batería de palabras, el mal sigue creciendo bajo una capa encubridora.

Más que las palabras merecen atención y acción las actitudes de desprecio, de exclusión o de franco rechazo. Y esto es lo que se debe cambiar.

Y hay una razón de peso para hacerlo: el periodismo es una profesión que deriva su razón de ser de la relación con el otro, de la defensa y fomento de su dignidad. Este es el gran valor ético que rige el ejercicio del mejor periodismo.

Junto con ese valor está el del compromiso con la verdad. Y no es verdad este metódico disimulo que consiste en cubrir  la herida de la exclusión y del desprecio, con cataplasmas de palabras.

Documentación

Sin los otros los periodistas no podemos hacer nada. Sin la ayuda, la participación, la opinión y el pensamiento de otros no existimos. La condición  fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro, hacemos y somos, aquello que los otros nos permiten. Ninguna sociedad moderna puede existir sin periodistas, pero los periodistas no podemos existir sin la sociedad.

De allí se deriva una condición fundamental para ejercer este oficio que consiste en ser capaces de funcionar en conjunto con los otros.

Conviene tener presente que trabajamos con la materia más delicada de este mundo: la gente. Con nuestras palabras, con lo que escribimos sobre ellos, podemos destruirles la vida. Nuestra profesión nos lleva por un día, o acaso por cinco horas a un lugar que dejamos después de trabajar. Seguramente nunca regresaremos allí, pero al gente que nos ayudó quedará, y sus vecinos leerán lo que hemos escrito sobre ellos. Si lo que escribimos pone en peligro a esas personas, tal vez ya no puedan vivir en ese lugar y quién sabe si habrá otro sitio a donde puedan ir.

Por eso escribir periodismo es una tarea sumamente delicada. Hay que medir las palabras que usamos, porque cada una puede ser interpretada de manera viciosa por los enemigos de esa gente. Desde ese punto de vista nuestro criterio ético debe basarse en el respeto a la integridad e imagen del otro. Porque nosotros nos vamos y nunca regresamos, pero lo que escribimos sobre las personas se queda con ellas por el resto de su vida. Nuestras palabras pueden destruirlos.

Ryszard Kapuscinski: Los cinco sentidos del periodismo. Fondo de Cultura Económica. 2003. Pp 16- 17

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