¿Cuáles deberían ser los criterios éticos para escribir columnas de opinión?
25 de Marzo de 2017

¿Cuáles deberían ser los criterios éticos para escribir columnas de opinión?

Foto: Pixabay.com

¿Cuáles deberían ser los criterios éticos de un periodista para escribir columnas de opinión?

Opinar es parte del ejercicio de búsqueda de la verdad. Esto significa que impiden este ejercicio de la inteligencia y de la libertad, las opiniones dogmáticas, o sea, la proclamación de verdades absolutas.

El ejercicio de opinar sitúa a su autor en un lugar intermedio entre la duda y la certeza. Es, pues, el compromiso con la verdad un primer criterio necesario para escribir columnas de opinión.

El columnista no escribe para sí, sino para los demás. Los medios periodísticos que informan los hechos diarios,  incluyen la columna de opinión como parte fundamental de su servicio a los lectores. En efecto, al opinar, el periodista actúa como intérprete de los hechos, como investigador que busca las partes escondidas o no visibles de los hechos, para que el receptor pueda llegar a un conocimiento integral de la realidad.

Es, pues, el servicio al receptor, otro criterio ético necesario que excluye la opinión instrumentalizada por el ego del periodista, o por sus intereses, o la función de propagandista de algo o de alguien.

La opinión, además, supone independencia. Hay un círculo virtuoso en las relaciones entre independencia y verdad. En efecto, se es independiente como condición para llegar a la verdad y a más verdad mayor independencia . La opinión, pues, para ser libre y activa, debe apoyarse en la verdad; y en esas condiciones la opinión genera credibilidad.

Documentación

“La consecuencia más grave de las opiniones prefabricadas es la inhibición que producen en la facultad de opinar de la inmensa mayoría de nuestros contemporáneos. Una vez que ha recaído la sentencia sobre un asunto, la cuestión está fallada y casi nadie se atreve a opinar por su cuenta, a discrepar, a atender otros factores, a seguir el desarrollo del asunto y ver su variación. Ni siquiera es frecuente que el individuo se adhiera personalmente a la opinión prefabricada, por parecerle justa, por compartirla desde sí mismo”. (Julián Marías)

El manipulado acepta la opinión prefabricada de forma pasiva y sumisa, sin otra razón que la de estar ya sentenciada por el manipulador. La capacidad de crítica ha quedado m completamente anulada en el público.  Lo cual contribuye de forma eficaz y práctica a la disminución de la libertad personal en el enjuiciamiento de hechos, personas e instituciones. “Es extremadamente improbable que nadie se atreva a  examinar y poner a prueba las opiniones prefabricadas. El no aceptarlas parecería desacato.

Como resultado final de la opinión prefabricada tiene lugar una falsificación generalizada de la convivencia. Se aplaude con frecuencia lo que no se estima, se vota lo que no se desea,  se condena sin remisión lo que no está tan mal, se premian libros que no se piensa leer o espectáculos que producen tedio. Se va generando una distensión entre la superficie pública del mundo y la realidad personal de hombres y mujeres – se da por supuesto que debe ser igual- y ahí comienza la desfiguración.

Niceto Blazquez, en Etica y medios de comunicación. Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1994, P. 47, 48

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