Mis notas no tienen los “likes” esperados. ¿Cómo hacer para llegar a más personas?
Respuesta:
El recurso de los “likes” o de los “me gusta” con que los receptores de la información expresan su reacción, puede tener efectos negativos o positivos, según el uso que el periodista haga de ellos.
Es positivo cuando el periodista lee en ellos el resultado inmediato de su trabajo y encuentra una clave para mejorarlo. La conciencia de que todo trabajo periodístico puede ser mejorado es sana y ayuda a la búsqueda de la excelencia, que es el ideal ético.
Pero es negativo cuando, con criterio comercial, el periodista busca lo que gusta porque es lo que más se consume y, por tanto, aumenta la circulación o el rating.
El periodista no puede admitir que su trabajo sea para recuperar las ventas, porque su ideal es otro: hacer una mejor sociedad y unos mejores seres humanos; y este ideal no siempre es entendido por los que otorgan los “likes”.
Es legítimo el deseo de tener cada vez mayores audiencias y el trabajo correspondiente de comunicar con eficacia mediante una comunicación amigable; pero ese empeño ha de estar acompañado por la persuasión de que no siempre los receptores entienden que la información es formación, a menudo la consumen como un entretenimiento, o como respuesta a una sola curiosidad.
Entender esto libera al periodista de la "servidumbre de los likes”
Parece demasiado severo decir que no estamos para gustarle a nadie, sino para servirles a todos, pero el ejercicio de la profesión se ajusta a la naturaleza de las tareas pedagógicas que no están diseñadas para responder a los gustos de las personas sino a sus necesidades.
Documentación
Un poder en las sombras que en nombre de otro poder invisible, la audiencia, programa lo que vemos en pantalla. El más virtual de los poderes porque las audiencias no influyen ni eligen lo que quieren ver y las preferencias se siguen más por los anunciantes que por los televidentes. ¿No será que los índices de audiencia, en realidad, miden más el nivel sicosocial de una sociedad, el humor colectivo antes que la real preferencia o la calidad del programa?
¿El hecho de que la mayoría elija un programa de premios o de entretenimiento no habla más del estado de ánimo de una sociedad que de la calidad del programa? Con ciudadanos agobiados por la desesperanza o la impotencia, defraudados por las mentiras y las promesas incumplidas, es fácil entender que se prefiera la timba y la carcajada a verse desnuda como sociedad, inermes como ciudadanos.
Si los índices de audiencia sirven más como guía o reflejo de preferencias para los anunciantes, al punto de estratificar a los televidentes por su nivel de compra, el periodismo no debería regirse por los índices de audiencia. El buen periodista conservará sus cualidades de independencia, idoneidad y ecuanimidad aún cuando nadie lo vea. La selección de las noticias en los diarios no se hace en función de las preferencias de los lectores sino por la jerarquía, el interés o la responsabilidad que esas noticias tienen para la sociedad. Y así fue lo que sucedió con el asesinato del fotógrafo José Luís Cabezas cuando las noticias caminaron en contravía del rating.
Norma Morandi: La Gran Pantalla, editorial sudamericana, Buenos Aires, 2000. P. 91, 92.