¿Deberán cambiar la agenda, el lenguaje de los periodistas y los medios con motivo de la firma del acuerdo de paz?
Respuesta: Deberían cambiar y responder a las nuevas urgencias de la sociedad.
Cuando un país hace el tránsito desde una situación de conflicto o de guerra hacia un régimen de paz es forzoso que afronte cambios profundos que afecten su modo de vivir, sus prioridades y su visión de las personas y de la sociedad.
En el caso colombiano, las huellas dejadas por más de medio siglo de violencia, demandan un tratamiento similar al que demanda un enfermo grave, que necesita apoyos para su recuperación.
Es evidente que en la habitación de un enfermo en esas condiciones, se hable el lenguaje de la compasión y la solidaridad, con el tono amable de quien acompaña y con la agenda de quien ayuda.
La misma lógica impone los cambios necesarios en la prensa para una sociedad en crisis. Puesto que se trata de contribuir a la sanación de una población afectada por la violencia y por hechos de odio, de afán de venganza, de desilusión, de rabia, o de desesperación, el periodismo tendrá que echar mano de su capacidad pedagógica para hacer entender que se abre una era nueva con oportunidades; al periodismo corresponde además la creación de un ambiente propicio para la reconciliación y el perdón; y para la reconstrucción de la confianza. Estas tareas presuponen otra agenda, otro lenguaje, otros enfoques, otro modo de hacer periodismo. Se trata de una emergencia que demanda la acción extraordinaria de los profesionales del periodismo.
Documentación
En las salas de redacción existe una vieja costumbre: suponer lo que el lector quiere. Se dice: la gente quiere leer tal cosa; se parte del criterio de mirar las noticias con ese afán de competencia hasta el punto de tener agendas muy parecidas. Yo recuerdo que llegó un momento en el cubrimiento del conflicto en que los periodistas dijeron: la gente ya no quiere leer más sobre violencia, quiere más diversión y entretenimiento.
Así se fueron silenciando muchas de esas atrocidades, se perdió mucha memoria que se rescató después de la desmovilización en un valioso ejercicio. Muchos medios han publicado cosas que hubieran quedado en silencio. Ahora hay que empezar a mirar qué cosas se van a contar en las zonas donde ha estado la guerrilla durante años.
¿Qué papel le otorga al periodismo en el postconflicto?
Es un postconflicto con la izquierda armada, pero en muchas zonas siguen grupos de derecha y de narcotráfico, las bacrim (bandas criminales) que son los mismos paramilitares.
El periodismo tendrá que cambiar junto con la sociedad, no se puede quedar en lo mismo que se pensaba antes. Los periodistas también tenemos que desarmarnos; en las salas de redacción hay muchos colegas que tomaron partido. Nos tocará participar en ese desarme y comenzar a tener miradas mucho más incluyentes, menos estigmatizadoras.
Hay que contar con el apoyo de quienes administran los medios. Un editor que mantiene esa vieja tradición tendrá que cambiar y permitir el cambio. Que el reportero sepa que esa mirada diferente está avalada por una nueva manera de pensar en la dirección.
José Navia, en Pistas para narrar la paz de Consejo de Redacción y Konrad Adenauer. Editorial Banco de la República, Bogotá, 2014.P. 110, 111.