¿Cómo hacer periodismo de entretenimiento y espectáculo sin caer en el sensacionalismo y sin perder los criterios técnicos del periodismo de otras áreas? El periodista no hace entretenimiento ni espectáculo, pero sí informa sobre el entretenimiento y el espectáculo. Son actividades humanas que prestan un servicio a la sociedad y en las que se pueden destacar habilidades y talentos de las personas, lo mismo que en las páginas económicas se describe y hace apreciar a los creadores de riqueza, a los políticos en la política y a los deportistas en sus distintas disciplinas del cuerpo.
Como en las otras áreas de la información, quizás con más fuerza que en otras, el interés comercial tiende a manipular la información de entretenimiento y espectáculo e inspira el periodismo sensacionalista.. Mostrarse independiente respecto de esta presión, es una forma de preservar la calidad de la información.
Los periodistas que cubren estas áreas -como sucede con todos los temas- pueden volver importante lo más trivial, o trivializar aún lo más trascendental. Logran darle un sólido contenido a la información de entretenimiento:
Los que exploran en busca de valores.
Los que no olvidan que su tarea se dignifica al prestar el mayor servicio al que recibe la información. Esto sucede, por ejemplo, cuando se le dan elementos para apreciar los valores estéticos del espectáculo.
Los que mantienen y transmiten una independencia crítica.
Documentación.
El valor de la información cobra un carácter específico, tratándose de la prensa escrita.
Con la edición cotidiana del diario, algo de la identidad insiste, vuelve al mismo lugar. Tras el despertar, el acto de tocar el diario a diario es un elemento central en el reencuentro con el propio yo. Identidad de formato, diagramación, estilo, ordenamiento y fijeza de las secciones son, en cierto modo, espejo del cuerpo del lector.
Más que un hábito, el diario constituye un verdadero ritual. Su edición cotidiana es acontecimiento de por sí. En su encuentro repetido el diario se integra en la serie de los objetos que brindan al individuo la recuperación de su identidad al iniciarse el día.
El diario despierta al yo activándolo con una mirada móvil que en su acción lo pone al día, lo actualiza y lo arma imaginariamente para enfrentar la realidad.
Desde esa óptica se explica que la entrada típica a la lectura cotidiana del diario sea a través de secciones al margen de su contenido principal, como si lo importante fuera tener un recorrido por lo anodino que se repite regularmente antes de entrar en lo vivo del tema y de resistir la conmoción de las noticias.
Cristina Navarro
En " A quién nos dirigimos."
Cómo leer el diario. Manual de estilo del diario Perfil, de Buenos Aires.1998.