En un país como el nuestro, en el que se sospecha que los grandes medios están asociados a los intereses políticos y que, además, son los más consumidos por los argentinos, ¿qué papel le cabe a los medios comunitarios?
¿Es posible generar conciencia ante tanta competencia desleal? Es posible, aunque a largo plazo y después de un intenso trabajo de generación de credibilidad. El medio comunitario puede ofrecer una información mejor que la de los grandes medios por estas razones:
Porque son más independientes. El gran medio está condicionado por los compromisos que le crea la necesidad que se impone a sí mismo de tener una tecnología de punta, que es costosa y que impone gestiones financieras que acaban por comprometer su libertad. En cambio, el medio comunitario es de tecnología modesta, por tanto abarata sus costos y puede mantener su independencia, que se fortalece si es la propia comunidad la que lo sostiene.
Porque sabe lo que pasa en la comunidad el gran medio mira a las comunidades desde lo alto y a distancia, y suele creer que informa a todo el país o a toda una región. El periódico comunitario sale de la entraña de la comunidad, conoce de primera mano lo que allí pasa y está en una privilegiada posición para satisfacer el deseo de los lectores de conocer lo que pasa en su vecindario. Más que una competencia comercial, lo que se plantea entre grandes medios y los comunitarios es su capacidad para ofrecer un servicio informativo eficiente.
Documentación.
En la actualidad se está produciendo un cambio sorprendente. Los medios de comunicación, lejos de extender su influencia se ven de pronto obligados a compartirla. Están siendo derrotados en muchos frentes a la vez por lo que yo llamo los medios de comunicación desmasificados.
Los periódicos proporcionan el primer ejemplo. Los medios de comunicación más antiguos están perdiendo lectores. En Nueva York, entre 1970 y 1976 los tres primeros diarios perdieron juntos 550.000 lectores. Los Angeles Times tras haber alcanzado su mayor venta en 1973 perdió 80 mil lectores para 1976, al tiempo que surgían en muchas partes del país numerosos periódicos pequeños. Una pauta similar se produjo en Gran Bretaña, donde entre 1965 y 1975 la circulación de los diarios nacionales descendió en un 8%.
Cada uno de los diarios de gran circulación se enfrenta con una competencia cada vez mayor de una creciente multitud de publicaciones de escasa circulación, semanarios, bisemanarios que sirven, no al mercado metropolitano sino a comunidades y barrios concretos proporcionando anuncios y noticias mucho más localizados. Habiendo llegado a la saturación, el diario de gran circulación se encuentra en una situación muy apurada. Los medios de comunicación desmasificados le están pisando los talones.
Las revistas de masas ofrecen un segundo ejemplo. A partir de la década de los 50 apenas ha pasado un año sin que se produjese en los Estados Unidos la muerte de una gran revista. Life, Look, Saturday Evening Post fueron a la tumba para resucitar más tarde como fantasmas de pequeña circulación. Entre 1970 y 1977, pese a haber aumentado en catorce millones la población de Estados Unidos, la circulación total de las 25 revistas importantes restantes, descendió en 4 millones.
Con la existencia de prensas nuevas, rápidas y baratas, toda organización, grupo comunitario, culto político o religioso puede permitirse el lujo de imprimir su propia publicación. Incluso grupos más pequeños dan a luz publicaciones periódicas sirviéndose de fotocopiadoras, omnipresentes en las oficinas americanas. La revista de masas ha perdido su influencia, en otro tiempo poderosa, sobre la vida nacional. La revista desmasificada, la minirrevista, está ocupando rápidamente su puesto.
Alvin Toffler
En La Tercera Ola. Ediciones Orbis.Barcelona. 1985.