A los periodistas se les hace pasar por mentirosos porque, con frecuencia publican a la letra lo que dicen sus fuentes. ¿Sucede esto con todas las fuentes? ¿Hay unas más fiables que las otras? ¿Cómo actuar ante fuentes mentirosas o equivocadas? La relación con las fuentes está determinada por su utilidad para los lectores. Si les permiten el acceso a la verdad, esas fuentes tienen valor para el periodista y para los lectores. El periodista, como defensor de la buena fe de los lectores, utiliza todas las técnicas de su oficio para comprobar las informaciones de sus fuentes, antes de publicar; así impide que sus lectores sean engañados o informados erróneamente, empeño nada fácil que se obtiene cuando el periodista selecciona fuentes idóneas e independientes, estudia con atención sus aportes y los somete a crítica y orienta la información hacia el beneficio público.
En el proceso de selección, lo mismo que en el ejercicio de la crítica, el periodista se propone obtener para sus lectores la información de mejor calidad; es cuando encuentra que las mejores fuentes son las más independientes de cualquier interés. A más intereses oficiales, partidistas, empresariales, menos fiable es la fuente y más urgente el trabajo crítico del periodista. En cambio, el hallazgo de fuentes conocedoras de los temas y despojadas de intereses, es una fortuna para el periodista y para los lectores.
Documentación.
De los periodistas se espera, quizás más que de nadie, que sean veraces. A pesar de todo, a menudo se escucha que “los medios solo dicen mentiras”. Y es que periodismo y verdad son una pareja que no siempre parece bien avenida. Esta relación de amor turbulento tiene dos vertientes: la búsqueda de la información y su difusión. En la segunda, más conocida, se plantean cuestiones como la correspondencia entre hechos e información, la mezcla de esta opinión o la fiabilidad de las fuentes.
En la otra vertiente aparecen, sobre todo, los procedimientos engañosos para conseguir la información.
El tema de la fiabilidad de las fuentes se abordó de forma diferente en la entrevista de profundidad con periodistas, y la encuesta. En la primera se preguntó sobre la necesidad de comprobar datos con varias fuentes, un aspecto recogido habitualmente en los códigos deontológicos. La mayoría de los entrevistados eran partidarios de ello y cuando se hacían excepciones se referían a géneros o ámbitos temáticos como el deporte o la cultura. También señalaban sin embargo las dificultades que encuentra hoy en día un periodista para cumplir con este procedimiento, la demanda de inmediatez, la precariedad de los recursos, o la reticencia de las fuentes, entre otras.
Hay dos colectivos que tienen una percepción de credibilidad muy alta, los científicos y las agencias informativas. En un segundo escalón se encuentran las agencias culturales. Pero más allá de estas cuatro fuentes, en el resto predomina la percepción de no fiabilidad. Los partidos políticos ocupan el penúltimo lugar de la clasificación, solo por delante del deporte y de los directivos del deporte.
Una de las máximas clásicas dentro del periodismo anglosajón es la que afirma que los hechos son sagrados y la opinión es libre. Esta frase, más allá del procedimiento de trabajo establece una división generalmente asumida por el periodismo moderno: la separación entre el relato informativo y la exposición de opiniones. La entrevista o la encuesta revelan que si bien hay una posición a favor de separar información y opinión, se abren considerables discrepancias. Los resultados muestran que solo en los informativos de autor y los espectáculos, hay posiciones mayoritarias que justifican la mezcla.
Carles Singla: Con la verdad por delante…casi siempre. En Capcalera, # 146. P 156. (Capcalera es la publicación del Colegio de Periodistas de Cataluña.)