Los columnistas en mi país parecen darle la razón al presidente Bush cuando les quita sus derechos a las personas en Afganistán, con tal de que combata eficazmente al terrorismo. Mi pregunta es si se puede justificar éticamente la violación de los derechos humanos para obtener un fin bueno que es acabar con el terrorismo.
Los derechos de las personas se pueden considerar como calidades excedentarias, que se dan cuando la sociedad está en condiciones de reconocerlas y defenderlas, esto es, cuando las instituciones están firmemente establecidas y sin amenaza que las perturbe. También se pueden mirar como condiciones esenciales, que provienen de la naturaleza de las personas y que son, por tanto, anteriores -temporal y ontológicamente- a cualquiera institución. En este caso su aplicación e integridad no están condicionadas por la situación de las instituciones. La primera condición les da a los derechos humanos el carácter de adorno o agregado de la democracia, e implícitamente se acepta que es posible la democracia sin derechos humanos y que éstos pueden entrar en suspenso mientras se fortalece la democracia
Documentación.
Los terroristas de hoy en nada se parecen a los que conocemos por la prosa de Dostoiewski. Los que describió el maestro ruso eran unos locos desesperados. Los de ahora, bien dotados técnicamente, tienen una personalidad muy distinta.
Samuel P. Huntington, un politólogo norteamericano muy destacado, analiza el mundo desde el punto de vista de una gran potencia a la que nadie puede igualar en poder. Hay que entender que actualmente Estados Unidos no tiene ni un solo adversario serio. En comparación con su poderío, todos los restantes estados son muy débiles. Ahora bien, a pesar de ello, hay dos adversarios que pueden convertirse en enemigos muy peligrosos para Estados Unidos. Me refiero a dos civilizaciones, la china y la musulmana. No ceden ante la presión de la cultura y el estilo de vida estadounidenses, porque son " impenetrables" gracias a lo cual conservan su singularidad y originalidad.
La actual reacción militar de Estados Unidos se considera una operación bélica contra el terrorismo, pero eso no es del todo cierto. La realidad es mucho más compleja. El gran problema radica en las contradicciones propias de la democracia. La lucha contra el terrorismo podría ser resuelta de manera victoriosa en un mes, introduciendo, eso sí, las normas de implacable vigilancia que inventó el estalinismo y haciéndolo a rajatabla. Si Estados Unidos implantase la censura, el control de las personas, los allanamientos y registros arbitrarios de viviendas, los campos de concentración y otras medidas similares, el terrorismo desaparecería. Pero ¿cómo eliminarlo sin renunciar a los valores de la democracia? No se trata, pues, del problema que significan las actividades de Bin Laden, sino de có
Hace poco se publicó un artículo del jefe de la sección de lucha contra el terrorismo del Departamento de Estado. Su autor afirmaba que la lucha contra el terrorismo es una actividad totalmente abstracta. " Lo único que podemos hacer es limitar sus consecuencias, porque los sistemas democráticos carecen de mecanismos que permitan controlar de manera total la situación. Si tuviesen esos mecanismos no serían democracias.
Ryszard Kapuscinski
En Pobreza, desigualdad, integrismo y violencia. El País, Madrid, 18-11-01.