Con un batón blanco y un estetoscopio me hice pasar por médico para llegar hasta la habitación donde recibía atención la víctima de un atentado. Los datos que obtuve permitieron saber que no había sido la mafia -como decía la policía- sino un problema familia el que había producido la balacera. Pero mis compañeros me hacen preguntarme si hice lo correcto.
Los códigos de ética hablan de " no utilizar métodos incorrectos." (Federación Internacional de Prensa. A4) de " utilizar medios justos y honestos" ( Australia, A6, Austria A9, España, A10, Filipinas A3, Francia, A5) A estas expresiones se agrega la exigencia de " no disimular ni falsear la identidad del periodista" para obtener la noticia ( Filipinas A3, Canadá, A5, Australia A7.) Son en total 28 códigos del mundo los que incluyen esta norma porque dan por supuesto que el periodista siempre juega limpio, es decir, sin cartas marcadas y con una conducta transparente, como base de su credibilidad. El compromiso con la verdad, que es el valor fundamental de la ética periodística, le impone el rechazo de todo engaño, aún si se tratara de encontrar una verdad. Por eso resultan puestas en tela de juicio prácticas como la de las cámaras escondidas, o de las grabaciones sin consentimiento del entrevistado, o la sustracción de documentos.
Documentación.
En 1977 el Chicago Sun Times había abierto una taberna, la había llenado de reporteros y fotógrafos y había esperado a que los inspectores municipales vinieran a cobrarles soborno. Bautizaron el bar con el nombre de " Espejismo" y atraía a criminales de poca monta como una visión de agua atrae a las víctimas de una sequía. Los artículos resultaron acompañados por fotografías tomadas con cámaras ocultas y llegaron hasta las finales del premio Pulitzer. Pero después de algunas objeciones del exdirector ejecutivo del Washington Post, Ben Bradlee, la junta del premio decidió no conceder el premio al Sun Times porque la serie se basaba en un engaño. La junta llegó a la conclusión de que las empresas dedicadas a decir la verdad no se debían dedicar a esas tácticas de engaño.
Sissela Bok en su libro Lying: moral choice in public and private life, identifica cuatro excusas morales básicas para el engaño intencional: evitar un daño, producir un beneficio, requerimientos de la equidad y protección de la verdad. Todas implican un cálculo utilitario, un balance del bien y el mal, de manera que Bok llega a varios principios generales para totalizar las pérdidas y ganancias morales.
Al considerar diferentes tipos de mentiras debemos preguntar en primer lugar, si existen acciones alternativas que resuelvan la dificultad sin utilizar una mentira en segundo lugar ¿cuáles puede ser las razones morales propuestas para justificar la mentira y cuáles razones se pueden plantear como contra argumentos? En tercer lugar, como prueba para los dos pasos anteriores, debemos preguntarnos ¿qué podría decir un público de personas razonables respecto a tales mentiras?
Ella comienza con un supuesto en contra del engaño porque una mentira siempre causa un daño moral. En primer lugar, la víctima se siente violada y el sufrimiento de un inocente es un poderoso argumento en contra de la práctica que lo genera. Si un reportero honestamente tratara de imaginarse cómo se sentiría si le mintieran en circunstancias similares, seguramente entendería lo que quiero decir. En segundo lugar la mentira crea hábito. Por consiguiente, incluso una mentira justificada, podría cambiar el carácter de la conducta general del mentiroso, llevándole a engañar en circunstancias que no tienen justificación. Es común observar que una mentira lleva a otra. En tercer lugar el mentiroso a menudo supone que no se le va a descubrir, y es más fácil para él comprender sus propias necesid
Jack Fuller
En Valores Periodísticos. Colonial Press International. Miami. 1996