Consultorio Ético de la Fundación Gabo
2 de Octubre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Observo que entre periodistas se da a veces el caso de los que son severos con los ricos e indulgentes con los pobres.
¿Es lícita esta parcialidad? ¿Dónde queda la defensa de la verdad? ¿Toma el periodista partido por los pobres, para hacer justicia? ¿Ese es su papel?
Poco o ningún favor se les hace a los pobres con la desfiguración u ocultamiento de la verdad. Y definitivamente se le hace un mal a la credibilidad de los periodistas con esas prácticas.
De lo que se trata es de darles a los intereses de los pobres el espacio y la importancia que les corresponde, y de defender sus derechos mediante la información sobre la violación de esos derechos y sobre las acciones en desarrollo para preservarlos.
El silencio sobre los abusos de los pobres, lo mismo que las mentiras sobre los ricos, minan la credibilidad del periodista, y esa es su herramienta más eficaz para denunciar la injusticia y para proclamar los valores de los más débiles.
No es el del del periodista un papel de justiciero. Hay otras instituciones y personas a quienes corresponde esa tarea, pero al informar la verdad de los hechos facilita la tarea de quienes deben hacer justicia por el contrario, si en vez de informar desinforma, el periodista obstaculiza la acción de la justicia y retarda la llegada de un régimen de equidad para los pobres.

Documentación.

" El periodismo, reza un dicho, debe reconfortar a los afligidos y afligir a los confortables." Tomada libremente, como un llamado para que los periodistas se interesen por el sufrimiento de los más débiles y que tengan el coraje de revelar verdades desagradables respecto a los poderosos, esta frase tiene sentido. Pero también puede ser una invitación al sesgo y los periodistas con demasiada frecuencia aceptan ese llamado. ¿Deben los periodistas siempre afligir a los confortables, incluso cuando éstos no están haciendo ningún daño? ¿Deben afligirlos simplemente en razón de su confort? ¿Y qué decir de los afligidos? ¿Qué pasa si decir la verdad respecto de ellos les causa incomodidad? ¿Se debe callar o matizar la verdad para darles confort? ¿Qué pasaría si la verdad fuera el doloroso antídoto que, a la larga, cure la aflicción?
Cualquier consideración profunda de la idea de la equidad lleva eventualmente a interrogantes sobre la justicia distributiva de todo tipo planteados al oír estas nuevas de confort y de aflicción. En su expresión más sencilla, el asunto es si la imparcialidad significa dejar que todos compitan en igualdad de condiciones sin importar las ventajas y desventajas que traigan a la competencia, o si la imparcialidad exige que los jugadores tengan un " handicap" .¿Es justo decir que a los niños pobres de las zonas de vivienda para familias y bajos recursos, y los niños ricos, privilegiados, se les debe juzgar con la misma norma al ser evaluados para admisión en la universidad? ¿Qué pasa cuando se trata de comprender la calidad moral de su comportamiento?
Algunos participantes del debate público vienen mejor equipados para ello que otros. La equidad distributiva tendría que implicar algún tipo de compensación de parte de los periodistas para esta disparidad. En casos extremos podría ser necesario retener información útil para el lado que tiene la ventaja y así poder mantener el juego a un nivel equitativo. Todas estas estrategias de compensación entran en fuerte conflicto con el deber primario del periodista: decir la verdad.

Jack Fuller.
En Valores periodísticos. Colección Chapultepec. Sociedad interamericana de Prensa. Miami 1996.

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