En la pasada feria de Cali, en un concierto celebrado en el estadio Pascual Guerrero, compartieron palco el Vicepresidente Francisco Santos y el narcotraficante Gilberto Rodríguez. El hecho fue notorio y sin embargo el periódico de la familia Santos no lo publicó. ¿Es esto ético? Si el hecho se dio y dentro de las circunstancias que se anotan en la pregunta, el deber de un medio de comunicación es informarlo: se trata de un hecho público, protagonizado por personajes públicos, que se presta a varias interpretaciones.
Esta última circunstancia impone la obligación de dar una información completa, es decir, con el punto de vista del alto personaje implicado. No parece lógico que una persona de sus condiciones, no prevea el impacto que puede generar una situación de esa naturaleza por tanto, los datos del hecho tendrían que ser comprobados con el mismo vicepresidente y otros testigos presenciales, antes de su publicación.
No es del caso, con tantas preguntas de por medio, concluir si fue ética o no la decisión del periódico.
Documentación.
Se ha dicho, con frecuencia, que una de las misiones básicas del periodismo es ser testigo de su tiempo, tarea en la cual contribuye dinámica y positivamente a registrar, día a día, el desarrollo histórico de los pueblos.
El periodismo es un tributario de la historia. Esta se nutre de aquél a través del uso de los datos actuales que, concatenados por los investigadores e interpretados por los historiadores, dan una dimensión racional de los mismos.
García de Cortázar confirma lo anterior al decir que " la historia no se concibe sin una gran información procedente del mundo periodístico."
De allí la importancia del relato veraz del periodista, del aporte riguroso de todos los ángulos de los hechos, de una correcta interpretación de los mismos y de la contribución de una gama de protagonistas situados en su ambiente, influidos por los acontecimientos, por su calidad de vida, por su manera de enfocar las ideas y por el concurso que ellos prestan a la activación del pensamiento social y colectivo. Christopher Adams, en un opúsculo sobre el periodismo y la historia, dice que un mal periodista puede desfigurar irremediablemente la historia. " Pero tergiversar la historia no es tarea de los periodistas sino abuso de los desinformadores, que no son otros que aquellos sujetos que pretenden que el relato periodístico sirva a propósitos mezquinos y, a la vez, que el registro para la posteridad consigne esta desfiguración y la grabe como un hecho auténticamente histórico."
Emilio Filippi
En Fundamentos del Periodismo. Trillas, Méxio, 1997. P. 32 y 33.