Consultorio Ético de la Fundación Gabo
2 de Octubre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Qué opina usted sobre la práctica de la filtración, que en algunas partes llaman " tubazo." Entre periodistas lo miramos como una habilidad envidiable porque las noticias más importantes muchas veces se obtienen así. Pero, ¿es esto ético? Le cito tres entre los muchos códigos que coinciden en rechazar los métodos deshonestos o dudosos para obtener información: los periodistas de Suiza consignan en el artículo 4 de su código: " no usar métodos desleales para obtener información o documentos." " Usar sólo métodos honestos," se lee en el artículo 6 del código de Singapur. Los periodistas polacos prevén sanciones a quien " por conseguir material periodístico, acuden a métodos contrarios a la ética profesional." (a.11)
En la práctica, la filtración expone a estos riesgos para el ejercicio ético de la profesión: la filtración supone un acuerdo, preferentemente personal, que excluye la entrega de la información a otros medios por consiguiente, una actividad profesional se cumple con un favor personal procedente de una fuente frente a la cual debe haber distancia.
En la filtración se crea la obligación de mantener el secreto sobre la identidad de la fuente que puede ser veraz o mentirosa, pero que nunca da la cara porque quien arriesga su nombre, y su medio, es el periodista.
La filtración en los medios oficiales suele utilizarse como arma política dirigida, o contra personas de mayor jerarquía a las que se quiere afectar sin riesgo o contra iguales o inferiores, sin dar la cara y con ayuda de un tercero, que no es consciente de la intencionalidad de la filtración: el periodista. El que filtra, sabedor de su escasa o nula credibilidad, se vale y pone en riesgo, la que ha obtenido el periodista.

Documentación.

La forma en que los funcionarios llegan a los reporteros depende de quién es el funcionario. Hay canales rutinarios: el comunicado, la conferencia de prensa y la sesión informal de información para pequeños grupos. Estos canales son prerrogativa de funcionarios superiores y de oficiales de información pública. Los funcionarios de menor rango tienen que recurrir a un cuarto canal, la filtración.
Una filtración difiere de los otros canales, primero porque el funcionario trata a los reporteros como individuos, no en grupos. Con la mayor frecuencia revela su información como una exclusiva.
Segundo, el contacto no es rutinario y es iniciativa del funcionario. Sobre todo, el encubrir la identidad de la fuente e incluso disimular el hecho de que se dispuso de ella a través de una filtración, son elementos críticos para el éxito táctico. Estos funcionarios que filtran adoptan el expediente de bloquear la información hasta que puedan establecer una coartada protectora de su identidad.
Hay ocasiones en que los altos funcionarios encuentran esencial filtrar información. Por ejemplo, cuando están enfrentados a la Administración, porque son pocos los que se arriesgan a la insubordinación abierta. El temor a las represalias obliga al funcionario a una oposición clandestina. Los disidentes tienen que filtrar no se atreven a otra linea de conducta.
Pero aún si el funcionario sigue la línea de la Administración, encuentra ventajas en la filtración. Primero para conformar un contexto en el que otros funcionarios y la ciudadanía vean una cuestión sin revelar que él lo está haciendo. Lo que podría tener un sabor partidista en labios de un funcionario, puede parecer una observación desinteresada en la historia que firma un periodista.
Segundo, es el dilema inherente a tener que dirigirse a muchos auditorios simultáneamente. A un auditorio podría no gustarle que él diga a otro auditorio lo que tiene que decir. La publicación del periodista obvia este riesgo para el funcionario que filtra.

León V Sigal.
En Reporteros y Funcionarios. Gernika, México 1995. P. 179-180.

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