Consultorio Ético de la Fundación Gabo
2 de Octubre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Si el lector es libre para escoger el medio de comunicación que más le guste para informarse, ¿por qué los periodistas no somos libres para escoger el enfoque que más nos guste? Ya se sabe que no podemos ser objetivos, entonces queda la vía libre para la subjetividad. Esto lo hemos discutido en clase pero siento que ahí falta una pieza ética. Sí, a la discusión le falta una pieza porque el asunto no es tan simple como para reducirlo a una pugna entre subjetividad y objetividad.
El fundador de la revista de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, James Boylan, abandona ese esquema maniqueo, objetividad vs subjetividad, y confiesa que más allá del impersonal estilo "balanceado" de escribir noticias, hay un reclamo para que el periodismo ocupe un lugar en la sociedad, con una posición que sea a la vez imparcial y en nombre del interés general. De eso se trata. Entre los extremos -viciosos ambos- de la información distorsionada o sesgada por los puntos de vista sujetivos o interesados, y el de la noticia aséptica, sin color, olor ni sabor, de puro objetiva, hay un término medio, tan difícil como todas las virtudes: contar la historia e interpretarla sin tocarle un pelo a la exactitud, pero al mismo tiempo hacerle sentir al lector que uno está de su l
Victoria Camps en su reflexión sobre el asunto puntualiza: "lo que el buen informador debe proponerse no es tanto ser sujetivo, cuanto creíble. Habida cuenta de que la credibilidad es un esfuerzo sostenido, no se consigue confianza ni prestigio, de un día para otro." Esa construcción resulta más exigente que el viejo mandamiento de la objetividad, porque demanda un esfuerzo sin pausa para buscar y obtener la verdad de los hechos, al mismo tiempo que un control de las intencionalidades.

Documentación.

Admito que los espejos que usamos para reflejar la realidad inevitablemente están manchados por nuestros presupuestos y prejuicios. El lector tiene que corregir la trama que imparten esas distorsiones. Las claves están presentes en todos los elementos sujetivos -el fraseo, la selección de palabras, el lugar del artículo dentro del periódico, las fuentes- que dan forma a la versión de las noticias suministrados por el reportero o el periódico.
No puedo aceptar a los que tratan las críticas a la prensa simplemente diciendo: "si no les gusta que dejen de comprarlo." La conversación entre periódicos y lectores no termina en el quiosco de ventas o en el mostrador de la suscripciones, lo mismo que tampoco termina en las urnas el diálogo de los lectores con los funcionarios elegidos. Un gobierno representativo es un intercambio de propuestas de 365 días al año. Así tiene que ser entre diarios y lectores.
Necesitamos saber más sobre qué hacemos para dejar insatisfechos a los lectores, sin dar respuesta a su curiosidad. Necesitamos saber cuándo creen que nuestros valores y prejuicios distorsionan las noticias hasta borrar su verdadera forma. También necesitamos apoyo cuando están de acuerdo con nosotros, en esos inevitables choques que suceden con los personajes que entrevistamos, especialmente funcionarios. La libertad de prensa, en última instancia, depende de la importancia de nuestros trabajos para los lectores.

David S. Broder.
En Tras las Ocho Columnas. Gernika. México.1997. P. 479-480.

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