Consultorio Ético de la Fundación Gabo
29 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Cuál debe ser la posición de los medios en una guerra, luego de los casos de censura en algunas estaciones de televisión de los Estados Unidos que informaban sobre el conflicto con Irak. Como lo han estado reflexionando los medios de comunicación del mundo a propósito de las informaciones sobre casos de censura durante la guerra de Irak, la contribución más patriótica de un medio, coincide con el mandato ético elemental de mantener y fortalecer la independencia para informar la verdad de los hechos, para señalar errores y abusos del poder y, sobre todo, para denunciar y prevenir la violación de los derechos de las personas.
En una situación de guerra, esa independencia se convierte en un instrumento imprescindible:
Para rescatar la verdad y prestarle a la sociedad el servicio de mostrarle lo que está sucediendo, más allá de las verdades interesadas y sesgadas de los combatientes.
Para mantener en la población la esperanza de paz. Una de las formas de avanzar, aún dentro de la guerra, en un proceso de reconciliación, es la información independiente que ayuda a entender y a entenderse.
Para crear espacios independientes en los que la ciudadanía pueda expresar su voluntad de paz y su repudio de la guerra.

Documentación.

Había muchos plumíferos mercenarios que transmitían palabra por palabra lo que oficiales y generales les decían que escribieran, y muchos para los que Vietnam no era más que una etapa importante de su carrera. Había algunos que no podían aguantarlo y se iban a los pocos días, y otros que no podían aguantar sin aquello y se quedaban año tras año, intentando articular y conciliar un profundísimo odio a la guerra con el gran amor que sentían por ella, ardua conciliación que muchos de nosotros teníamos que considerar. Algunos pasaron por las más espantosas obsesiones, y lo soltaban en cuanto podían.
Algunos sólo informaban de sus paisanos, otros hacían ecos de la sociedad de la comunidad norteamericana, otros iban al campo de operaciones sólo porque no podían permitirse los hoteles, otros nunca salían de los hoteles. Considerados en conjunto cubrían la mayor parte del total de la pizarra de nuestro amigo artillero, lo que dejaba un buen número de gente, cincuenta por lo menos, que eran bastante buenos periodistas, o bien honestos, o bien buenas personas y daban al periodismo mejor nombre del que se merecía, sobre todo en Vietnam. Pero en el fondo, el cuerpo de prensa era tan difuso y sin rostro como cualquier regimiento en la guerra la principal diferencia era que muchos seguíamos solo nuestras propias órdenes.

Michael Herr
Despachos de Guerra. Anagrama. Barcelona, 2001. P. 228 y 229.

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